Mis verdades, diferente a como la
cuentan otros
Vanos fueron los esfuerzos de conquistarnos con prebendas especiales, como la entrega de víveres a precios oficiales a ciertos institutos o la entrega de 12 cupos paras adquirir automóviles a precios oficiales en el Estanco Automotriz, que en las distribuidoras era tres o cuatro veces superior, si es que existían. La situación del país no daba para más. Los jóvenes que fueron criados por nosotros con gran sacrificio y que hoy se las dan de progresistas nunca se lo imaginarán, a menos que vuelva a suceder lo mismo, y al parecer para allá vamos. Todo lo anterior llevó a un grado de ofuscación y de frustración general en el país. Para juzgar con objetividad el gobierno de Allende es necesario haberlo vivido, al igual que el Gobierno Militar –parodiando al autor de una carta dirigida a una alta autoridad que circula por las redes: “Ud. no estuvo en la cancha, ni siquiera en la banca de los suplentes, la historia fue suscrita a sangre y fuego por los verdaderos patriotas de ese entonces”
A mi generación les correspondió
ambas crisis y no cabe la menor duda que la segunda fue absolutamente necesaria
a pesar de los yerros. Lo dijeron Frei Montalva y Aylwin en su oportunidad,
aunque ahora se niegue, de lo que
felizmente hay constancia escrita. “Los
militares han salvado a Chile y a todos nosotros, y no podemos decir que
estemos a salvo aun”…Esta cosa se arreglan con fusiles….La
polarización era extrema, tal como se está gestando actualmente, dirigido y
financiado por el Gobierno en una campaña infame bajo la conmemoración de los
50 años. Las fuerzas armadas solo se manifestaron después que se pronunciara
abiertamente la Cámara de Diputados, la Contraloría General de la República,
Corte Suprema y el Colegio de Abogados; toda la ciudadanía lo pedía agritos;
eran hostigadas, se les insultaba en la calle y se les lanzaba trigo en sus
presentaciones. Patria y Libertad se infiltró en el Regimiento Blindado
y convenció a jóvenes oficiales subalternos que se
sublevaran; y no había pasado un mes cuando miembros de este mismo grupo
asesinaron al Edecán Naval de Allende, el Capitán de Navío Arturo Araya.
El
general Prat, hasta entonces un oficial de excelencia que había logrado los
mayores éxitos en su carrera y con gran ascendiente en la institución, como Comandante
en Jefe en una reunión con alumnos y profesores de ambas academias superiores,
expresó que había que democratizar el ejército permitiendo el ingreso
de los comunistas al Servicio Militar Obligatorio. Su paso como
ministro del Interior evidentemente había dejado sus huellas lo que nos causó
una gran decepción. Más tarde, vino el incidente en que disparó su pistola a
una automovilista que le sacó la lengua, demostrando que hasta él había perdido
la cordura; posteriormente, la manifestación de las esposas de oficiales, incluyendo la de varios generales
frente a su domicilio que culminó con la intervención de carabineros con bombas
lacrimógenas y guanaco incluido marcó su fin en la institución. Todo lo
anterior sucedía mientras el Carlos Altamirano, líder del PS capitaneaba una
sublevación en la Armada, que incluía el apresamiento o asesinato de jefes y
oficiales que se opusieran. La gestión del 11 de septiembre solo se adelantó
oportunamente a lo que pretendía gobierno y las huestes fanáticas de
Allende en las próximas Fiestas Patria.
─Toribio, vamos al área chica. Me interesa conocer tu experiencia
personal como alumno de la Academia de Guerra.
─Bueno, nosotros no estábamos exentos de los problemas que afectaban a
todos los chilenos y lo vivíamos en forma más dura aún dada las exigencias
académicas, en especial el último año. Pese a lo anterior, la situación era
motivo de conversación obligada en los ratos libres. Y si bien es cierto, que
muchos creíamos que la solución era una intervención armada, a decir verdad no
pensábamos ─por lo menos yo─- iniciar un cambio tan radical. La firme, no
teníamos confianza en algunos mandos para llevarla a cabo. Además del
desafortunado hecho del general Prat, hubo señales para desinformarnos con
respecto a lo que pasaba en el sur por parte del Director de Inteligencia; a lo
que se sumó el mismo levantamiento del regimiento Blindado, tratando de
minimizar los hechos. Otro suceso verbal, en que me involucré y que casi me
cuesta la salida de dicho instituto me hizo dudar de una eventual participación
del Ejército. A tal extremo había llegado el peligro de una acción concertada
de los cordones industriales liderada por los grupos subversivos, el GAP,
quienes no trepidaban en hacer ostentación de sus armas de guerra, y de los cubanos cuya presencia ya se había
hecho notar, se suspendieron las clases en el III año de la Academia
de Guerra con el objeto de efectuar una Apreciación de la Situación y
presentar los cursos de acción necesarios ante una eventual incursión armada.
El 10 de septiembre
nos encontrábamos en pleno desarrollo de un juego de guerra ─que es como el
examen de grado para los alumnos que cursan el último año─ y fue suspendido a
raíz de una intervención pública de Carlos Altamirano incitando a la rebelión
en la Armada. Recibimos las tenidas de combate, regresamos a nuestros
domicilios permaneciendo acuartelados en grado 1; y a las 07.00 hrs de la
mañana del día siguiente nos pasaría a buscar un autobús. El día 11 fuimos
conducidos hasta el edificio del Ejército ─actualmente funciona el MINDEF─ en
aquel entonces era sede además de la Comandancia de la Guarnición de Santiago y
del Cuartel General de la II.D.E. Nos reunieron en una amplia sala y a las
08.00 hrs aprox., escuchamos por la radio el primer bando de la Junta Militar
señalando las razones por las cuales las fuerzas armadas habían decidido asumir
el poder. Grande fue nuestra sorpresa al reconocer la voz de quien leía el
citado bando en la persona de uno de nuestros profesores más queridos de la
Academia de Guerra, el teniente coronel Roberto Guillard. El secreto había sido
guardado perfectamente, incluso por parte de dos de nuestros compañeros de
curso que habrían participado en su preparación. La segunda sorpresa fue cuando
se nos dieron a conocer los palanes y la distribución de las fuerzas en
Santiago, lo que hizo mirarnos entre nosotros. Era la reproducción fidedigna
del trabajo hecho hacía un par de meses. Nadie sabe para quién trabaja.
─Toribio, como fue tu primer día y los sucesivos.
─ ¡Chanta la moto! querido amigo. Basta por hoy… no cansemos a nuestros
pacientes lectores que aún nos leen. Porque anda mucho texto circulando.
Fernando Hormazábal Díaz
General de Brigada (R)