Lo que ningún candidato de Chile Vamos creía venir
Recurro a una analogía citada en una carta a un medio, en que dos delincuentes discuten
a qué velocidad vendría el tren que arrollaría a dos personas que tiene amarradas
a los rieles, 60 0 90 km/hora. Es obvio que ello no interesa, la trágica muerte
igual se llevará a efecto. Es lo que nos pasará con el producto que saldrá de
la Convención Constituyente, dominada por una amplia mayoría de una izquierda
radical e ideologizada, que no necesitará de la mayoría absoluta para aprobar
las normas que nos llevarán a refundar la nación y retroceder a 500 años, como lo
ha anunciado su “presidente”; pues ya han dado muestras de lograr los dos
tercios con toda facilidad, aún cuando sea para vulnerar las atribuciones dadas
por CPE. Nada puede asegurar que habrá un diálogo entre personas con criterio
formado, lo han cantado una y mil veces, se trata de borrar definitivamente “el
legado de Pinochet”, extirpar cualquier vestigio de la dictadura, para
reemplazarla por otra, que a diferencia de la anterior sea como fuere permitió
ubicar a Chile a la cabeza de los países de Latinoamérica y la que viene, como
ha anunciado unos de los líderes de la destrucción y del vandalismo, Rodrigo
Rojas -que inexplicablemente el constitucionalista Jaime Atria ha justificado
con singular desenfado- “Yo prefiero que sea una gran mierda pero que
sirva para
todos o que no sea para nadie”. Pero este alborotador y fanático constituyente, se equivoca una vez más,
pues la mierda no la comerán todos los chilenos, quedarán exentos aquellos que
ya han comenzado a emigrar con sus capitales fuera del país y a los paraísos fiscales;
y lo harán con sus empresas y negocios cuando la amenaza sea inminente,
esperando regresar cuando surja otro Pinochet que les devuelva todas sus riquezas
y bienes, lo que dudo, pues después del “pago de Chile” sufrido por quienes hoy
languidecen y mueren en los penales nadie querrá sufrir la misma ingratitud y
el abandono a sus familias, aunque sea la única solución posible a este drama -no
para hacerse del poder- sino para poner orden y paz. Ya hay evidencias que,
previendo el caos en ciernes algunos connotados ya han adelantado su “cabeza de
playa” en otras latitudes con miembros de sus familias, entre los cuales está
el innombrable, deplorable y sinvergüenza, que podrá poner a salvo su riqueza
mal habida, pero que no escapará el juicio histórico.
En cambio, nos quedaremos los que agotaremos todos
los esfuerzos humanos posibles, aunque sean los últimos años que nos quedan de
vida para rescatar a nuestra patria de las garras de quienes buscan sola la destrucción
para alcanzar una utopía que ha fracasado en todos los países que han intentado
de subyugar.
Llama la atención que líderes de opinión dentro
de la constituyente que son de izquierda o independientes, como Agustín Squella
y Patricia Politzer entre otros, hayan sido tibios en sus declaraciones para
desmarcarse de la solicitud hecha por la Convención, invadiendo las atribuciones
de los otros poderes del Estado, como tampoco parlamentarios y dirigentes de
partidos del “saldo demócrata” de la centro izquierda.
El destacado
profesor de literatura Cristian Warnken, con su versada prosa a que nos tiene
acostumbrado -siempre tan equilibrado y dialogante- dirigió una extensa carta a
los constituyentes a raíz del acuerdo de la convención llamando a indultar a
los violentos -delincuentes me atrevo a corregir- abrigando una esperanza de
que enmienden la conducta y las actuaciones observadas durante su constitución; afirmando entre otras cosas que no cree en refundaciones ni revoluciones como formas terapéuticas eficaces para los países con deudas sociales y
emocionales: son terapias
de shock que pueden matar en vez de sanar al paciente, aludiendo luego que las revoluciones o refundaciones, en
cambio, solo han dejado detrás suyo una estela de resentimientos, dolor,
divisiones. Pienso en la revolución de 1891, y en la de 1973, excluyendo obviamente
a la revolución en libertad de Eduardo Frei Montalva y la de Salvador Allende
en 1970. Critica a los ideólogos de la constitución de 1980, al hacer una norma
excluyente humillando a sus enemigos, infligiéndoles una derrota simbólica y
constitucional apabullante. Además de exiliarlos, torturarlos y hacerlos
literalmente "desaparecer". Bueno, después de la guerra todos pretenden
ser generales; en todo caso Warnken solo tenía 10 años cuando llegó la UP. Esperamos
que los constituyentes escuchen su sincero clamor.
Se ha escrito
bastante sobre el acto de la instalación de la Convención, pero nada más clara
que la valiente y acertada pluma de Cristián Labbé, que en pocas palabras
refleja lo que pensamos pero que no defendimos la gran mayoría de los chilenos.
Un acto patético y deleznable, que no representa a nuestro Chile real, no tanto
por la forma sino por el fondo de tan trascendental acto, que puso en evidencia
la calidad de gran parte de los constituyentes elegidos, solo salvada por el
criterio, el tino y la sapiencia de Carmen Gloria Valladares. Una carpa ordinaria,
que no hace sino recordar alguna fonda provinciana o un matrimonio pobre,
escenario ajeno a la solemnidad necesaria, en la que sin duda tuvo gran responsabilidad
el gobierno.
La gota que rebasó:
El atentado criminal en Carahue que dejó un “weichafe” -guerrero- fallecido,
encapuchado y portando un M16, mientras atacaban una forestal, dejando herido
grave a un trabajador mapuche; el candidato Boric habla de asesinato, el líder de
la CAM dice que fue ejecutado y el fiscal califica de homicidio. El delincuente
no era mapuche, provenía de Santiago, se dice que estudió en el Instituto Nacional
y se llama Pablo Marchant Gutiérrez, que Allende calificaría de joven idealista
y el ministro Delgado de jóvenes soñadores.
La “guinda
de la torta” el atentado, sacrilegio y destrucción de la tumba de Jaime Guzmán,
y el vandalismo y profanación del mausoleo del general Baquedano en el Cementerio
General, bajo la tuición del alcalde y candidato Jadue, que se opone a la
custodia de Carabineros en su interior; y que el ministro de Defensa rechaza apenas
con un twitter, lo que se suma a la irreverencia del himno nacional durante el
acto de la Convención.
Hago un llamado a los señores comandantes
en jefe de las FF.AA. a que se pronuncien sobre la falta de respeto hacia los
símbolos patrios y a nuestros héroes, aunque los acusen de deliberación, que es
un pelo de la cola ante la inacción de los poderes del Estado y de la
anomia de gran parte de la población, lo que causa desaliento y desmoralización
en sus integrantes.
Fernando Hormazábal Díaz
General de Brigada (R)
Si estimas conveniente, ruego difundir
Confío plenamente en las FF.AA. de Chile, última reserva moral que nos queda
ResponderEliminary estoy cierto que llegado el momento sabrán cumplir con su deber.
Lamentablemente y por mucho tiempo, seguiremos sufriendo el vandalismo canalla de la
anti patria.
UNA NACION SIN LIDERES VA DIRECTO AL VACIO.
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