Quienes recordamos aquellas antiguas películas de terror de las noches londinenses, en que la nubosidad tóxica opacaba las débiles e inertes luces de los faroles a gas, se identifican ahora en el caos político y anarquía que reina en el país.
Al terrorismo incontrolable en la macrozona sur, en que las voces de las autoridades y de los llamados coordinadores de seguridad solo contribuyen a agotar la poca paciencia de los que ven destruidos sus esfuerzos logrados a través de toda su vida, se suma el control de los narcos de las nuestras poblaciones; la irresponsabilidad de quienes violan las restricciones decretadas por la autoridad sanitaria; un profesorado que no tiene verguenza en ocultar su doctrina nociva, fraguada en las universidades desde hace treinta años siguiendo los postulados de Gramsci; la decadencia del periodismo invadido por el ideologismo; la banalidad de los matinales que solo tienden a confundir a la masa de auditores presa de la ignorancia y servir de caja de resonancia a políticos que venden falsas ilusiones, respaldados por rostros muchas veces ignaros; y un largo etc., etc.,
Cabe agregar en estas circunstancias que nos encontramos bajo el imperio de un Tribunal Constitucional, que lejos de resolver las cuestiones sobre constitucionalidad que se susciten durante la tramitación de los proyectos de ley o de reforma constitucional y de los tratados sometidos a la aprobación del Congreso, como lo estipula el art.93 de nuestra constitución, ni siquiera acogio a trámite el requerimiento del gobierno, cuestionando como lo declarara el ministro Aróstica integrante y ex presidente del TC. que señaló con total desfachatez que el punto no es quien hace la ley, sino que para el TC es que se debe legislar en favor de la ciudadanía y pareciera que la ayuda no está llegando en la proporción necesaria, arrogando a dicho TC facultades que no le competen.
Está clarísimo, este tribunal se ha convertido
en un árbitro saquero, no comprados o vendidos como antaño eran
injustamente tratados, sino mayoritariamente, sus integrantes han caído bajo el
yugo del temor, tal como jueces de la Araucanía y fiscales, como lo es el hecho
evidente de haber retirado y no repuesto la placa identificadora en su frontis.
Por otra parte, aprovechó la debilidad y la desaprobación del actual mandatario
que ha llegado a los niveles históricos más bajos -y tanto que criticaba a mi
general Pinochet, que después de 17 años de dictadura, entregó el
gobierno con un 40% de aprobación y él, después de tres alcanza tan solo el 9%-
y la actuación desleal e inédita de los
parlamentarios de Chile Vamos, que se hicieron cómplices y corresponsables de
este fracaso, motivados por seguir disfrutando de su poder y de sus jugosas
rentas, aun no tocadas pese a la crisis que vive la nación. Pero lo pagarán caro
en las futuras elecciones y tarde será el arrepentimiento; ya no podemos hablar
de una derecha débil, sino abiertamente fracasada, cobarde, estúpida y
bastarda, pero no en el sentido que dice la RAE, sino en nuestro lenguaje
coloquial.
Ayer tuve oportunidad de ver el bien
ganado Oscar al mejor documental: My Octopus teacher. A
diferencia de los memes que circulan, con la cabeza llena de excrementos,
destaca el valor, la inteligencia, la sagacidad y la sensibilidad de esos
seres, que al final sacrifican su vida por sus descendientes. Es lo que le
falta a la derecha, al segundo piso de La Moneda, al comité político y a S.E.
Los encantadores de serpientes estarán
fallecidos o a punto de, cuando los que hoy disfrutan de ese 10% sin necesidad
de retirarlos y de los que ya no tienen nada, les corresponda jubilar.
Dios no pille confesados ¡pero Señor, ellos sí saben lo que hacen!
Fernando Hormazábal
Diaz
General de Brigada
(R)
Si estimas pertinente ruego difundir
Todo cuanto dice es una dolorosa verdad. Y la vuelta atrás, más temprano que tarde, tendrá un costo inimaginable... pero vendrá!
ResponderEliminarTodo cuanto dice es una dolorosa verdad. Y la vuelta atrás, más temprano que tarde, tendrá un costo inimaginable... pero vendrá!
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