¡Oh Patria mía! ¡Que se hicieron nuestras banderas!
No faltará a muchos entre quienes han vandalizado las ciudades, destruyendo propiedades, iglesias, el mobiliario urbano y cometiendo sacrilegio contra los monumentos a nuestros héroes o ultrajando nuestra bandera -ante la ominosa culpabilidad de la autoridad- preguntarse por qué el Ejército se ha atribuido este mes para su conmemoración.
Es que no solo nació la república en este mes, sino que el
Ejército de Chile que brotó junto ella la hizo posible. O “Higgins, los
hermanos Carrera, Manuel Rodríguez, etc., entregaron sus vidas para el logro de
este sagrado propósito, continuado después por Prieto, Bulnes, Montt y muchos
más, que, desde las aulas, las letras, el abnegado trabajo a lo largo de
nuestra angosta faja de tierra y en los campos de batalla la han consolidado a
través de toda nuestra historia.
Que
mal agradecidos hemos sido con ella. Hoy no se ven volantines con nuestra
bandera, ni guirnaldas tricolores adornando los escaparates de las tiendas o en
los comercios más modestos de las poblaciones; menos los trompos con las tonalidades
de nuestro pabellón danzar en las calles, plazas o en las manos de los más
diestros. Ya nadie pinta las fachadas de las casas, ni siquiera borran las
vulgaridades y ofensas, que la señora ministro de la Cultura otrora considerara
como parte del arte urbano. Una que otra bandera en mástiles de edificios
representando a una comunidad ausente, descoloridas por la acción del tiempo y
empapadas del smog capitalino. A través de mi escritorio mientras escribo estas
líneas que pocos leerán, observo la mía que ondea en mi terraza en medio de un
océano de edificios, pequeña pero erguida y firme como muestra de
agradecimiento y orgullo; me imagino la bandera de la Esmeralda en medio del
inmenso océano antes de hundirse con ella al tope.
Hoy,
11 de septiembre, día con un cielo gris, oscuro y frío. Y era que no, cuando nuestra
república está amenazada de extinción por una corriente “progresista” -así se
llaman- que busca refundar las instituciones básicas de ella, desconociendo su
bandera e injuriando el himno patrio; echando por la borda lo construido a
través de dos siglos, guiados por un indigenismo cautivado por la izquierda, y
que, pese a los privilegios de ostentar cupos reservados, no obstante, su
mínima representatividad, hasta sus propios congéneres lo han descalificado.
Como no va a estar triste este día, cuando
suman 115 camaradas de armas que ofrendaron sus vidas por salvarnos del comunismo
-que hoy está en ciernes- han fallecidos estando procesados o condenados. 30 de
los cuales, bajo el gobierno del actual mandatario, que prefirió indultar a más
de 13.000 delincuentes y ha negado todo beneficio que la ley otorga a la población
penal de ex miembros de las Fuerzas Armadas y cuerpos policiales, cuya edad
promedio es de 75 años, algunos superando los 90 años. Hoy día alrededor de 80 de
ellos son víctimas del COVID, habiendo cobrado la vida a cuatro internos en las
últimas semanas, y otros que se encuentran de extrema gravedad. Pero, ello no
parece importarle tanto al innombrable como a su ministro de Justicia, en el
pasado un ferviente admirador del Gobierno Militar y en particular del presidente
Pinochet, al cual seguramente hoy se referirá como dictador, lo que no decían
sus empalagosas cartas.
Por ello,
en esto día lleno de angustia y escepticismo por el futuro, tan diferente al que
hace 48 años nos trajo alegría y felicidad, me sumo a los versos del inigualable
Víctor Domingo Silva.
¡Cómo
siento que fulgura; con qué ardores, la gloriosa conjunción de tus colores,
flor de magia, hecha de fuego, de heroísmo, ¡de ideal! ¡La bandera! La soñamos
inmortal con su blanco, con su rojo, y con su azul, en que descuella perla viva
y colosal, ¡esa estrella arrancada para ella al océano de luz del cielo
austral!
¡Que te
han hecho Patria mía! ¡Cuán mal te han pagado tus hijos! Sin duda, los viejos
que ayer luchamos por ella, fallamos y no fuimos capaces de traspasar a las futuras
generaciones las experiencias de un régimen nefasto, que tantos sacrificios no
significó para poder poner a su fin. Y en el otoño de nuestras vidas solo nos
angustia con temor vuestro porvenir.
Fernando
Hormazábal Díaz
General
de Brigada (R)
Si consideras de interés, te
Patria querida. Hemos abandonado a nuestros héroes. Paro, hemos trabajado duro por tí. Prometo nunca más olvidar a los que han pagado por nuestra libertad
ResponderEliminarNunca más abondonaremos a nuestros heroes y gente de ChiLibre.
ResponderEliminar