En que estamos
En lo que existe unanimidad –algo difícil de creer que pase en Chile– fue en el exitazo obtenido por el Partido Republicano. Si bien se auguraba una victoria, jamás se pensó que sería en forma tan categórica, ni los más optimistas esperábamos un resultado tan holgado. En jerga futbolística –a la que recurrimos por deformación con frecuencia– sería una tremenda goleada de la Roja, inédita en los anales del balón pie. Algunos columnistas lo han llamado terremoto, tsunami o réplica, considerando el desenlace del 4.S. De manera que a partir de este hecho los columnistas independientes, los medios de comunicación y las redes sociales se han volcado en pronósticos, descalificaciones a los vencedores, expresiones ilimitadas de júbilo, recomendaciones desde las alturas al reconocer los gruesos errores del pasado, anuncios de cambios ministeriales, etc., etc. De modo que Toribio dejará a otras plumas más versadas que sacudan la tinta o agiten sus dedos sobre el teclado y prefiere traer a colación uno de los grandes problemas que sacuden a nuestra comunidad y sin visos de una solución cercana.
En efecto, la inmigración ha pasado
a ser un grave problema no solo para nuestro país sino en muchos países del
orbe, fenómeno que ha acompañado al ser humano desde siempre. Sin embargo, la
interconexión que existe entre las naciones producto de la modernización y el
desarrollo de los medios de comunicación nos permite mantenernos informados al
instante, lo que obviamente, a consecuencia del crecimiento exponencial de la
población mundial en el mismo espacio sus repercusiones son muchos más graves e
impactantes. Sin duda que la migración en África es la más masiva. Al 2020, 21
millones de africanos residían en dicho continente en un país distinto al natal; y una cantidad
similar en otras regiones del mundo.
En
Europa, si bien es cierto que producto de la pandemia del COVID en los últimos
años ha sufrido una importante disminución, a fines del año 2018 la cifra de
inmigrantes alcanzó 2.4 millones de refugiados y 860 mil aplicantes de
asilo; no obstante, más de 160.000 migrantes irregulares regresan anualmente a
sus países de origen ya sea en forma forzada o voluntariamente; y un total de
28.256 emigrantes fueron asistidos por la O.I.M. para retornar en 2019.
En el Medio Oriente, hay naciones en
que la población de migrantes supera ampliamente la nacional, entre un 70% y
88% como lo es en Emiratos Árabes, Kuwait, Qatar y Bahréin.
En
América la situación más crítica es en la frontera de EE.UU y México. En el año
2021 fueron detenidos 1.600.000 ilegales provenientes en un 62% de países de
Centro América; las imágenes recogidas en la frontera de Texas dan testimonio
de las condiciones infrahumanas de más de miles de haitianos pretendiendo
vulnerar la barrera del Río Grande; y a la fecha, terminada las restricciones
del COVID hay más de 1.500.000 de individuos esperando ingresar a dicha nación,
lo que ha obligado al despliegue de fuerzas militares en ambas naciones.
En nuestro barrio la situación no es
mejor producto de la situación que vive Venezuela. Según un reporte de la
Plataforma R4V co-liderado por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (O.I.M.) la
migración de venezolanos en América Latina y el Caribe a marzo del presente año
superó los 6 millones de individuos; a
lo que cabría agregar 1.200.000 en el resto del mundo. De la cifra latina el “Oscar”
se lo lleva Colombia con más de 2,5 millones; Perú, 1,5 millones; Ecuador; 500
mil y Chile que ya superó los 400 mil venezolanos, cifra absolutamente cuestionable
por decenas de miles de ilegales que han ingresado por los pasos no
habilitados, que fácilmente hacen suponer una cantidad inmensamente superior. Además
las cantidades son dinámicas y muy variables no tan solo por la corriente sin
precedentes de Venezuela, con el desplazamiento de personas vulnerables más
numeroso y más rápido del mundo después de la crisis Siria que no tiene antecedentes
en la historia de la región, sino porque muchos de los refugiados registrados
en los anteriores países han llegado a Chile como último destino. De hecho en
Bolivia no se registran más de 11 mil individuos, sin embargo, la mayor parte
de los ingresos ilegales a nuestro territorio ocurre en dicha frontera.
Toribio sin pretender dar a este
artículo una connotación académica, precisa sí, que entre los migrantes se
distinguen refugiados, desplazados y asilados. Los primeros de acuerdo a la ONU
son quienes, debido a una persecución que les hace temer por su vida, son obligad0s a
huir de su país a causa de un conflicto, persecución, violación de derechos
humanos, etc., han cruzado la
frontera de su país para refugiarse en un país de acogida. Desplazados son aquellos que han tenido que
huir de su casa, por las mismas causas que los refugiados, pero se encuentran desplazados
dentro de su propio país en zonas más seguras, como es el caso de los chilenos
que han tenido que abandonar sus propiedades en la macrozona sur producto del
terrorismo; y solicitantes de asilo, son
los que han pedido en otro país el reconocimiento de la condición de refugiado,
pero aún no tienen una respuesta definitiva.
En el Derecho Internacional no hay un instrumento vinculante
integral que fije un marco regulatorio, pero se han creado reglas a través de
las relaciones, negociaciones entre Estados que en algunos casos son
vinculantes cuando constituyen un tratado multilateral o bilateral. Valga citar
el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, que no obstante,
es un instrumento no vinculante con base en el derecho internacional y con
variados objetivos. La Organización Internacional para las Migraciones (O.I.M.) es una agencia especializada de la
ONU que trabaja en colaboración con los gobiernos asociados y con ONG. Su labor
consiste en cerciorarse que la migración se gestione de forma ordenada y
humana; promover la cooperación internacional; ofrecer asistencia humanitaria,
etc. Por su parte, ACNUR es el organismo encargado de la protección de los
refugiados y los desplazados internos. Comparte la gestión y la coordinación de
los campamentos de emergencia con la O.I.M., con las Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.
Las migraciones afectan a todos los Estados Miembros de la ONU, siendo
necesario en consecuencia ceñir la cooperación entre ellos y establecer un
reparto de responsabilidades, conforme lo acordado en la Cumbre de la ONU sobre los Refugiaodos.
Como corolario,
Toribio afirma que la crisis de la inmigración en Chile y de la ausencia de
medidas para que ella se haya realizado en forma ordenada y humana, en especial
con las familias acompañadas de niños menores, ha sido de exclusiva
responsabilidad de los mandatarios y de los cancilleres a partir de Bachelet I,
ante su nula acción en torno a negociaciones con Perú y Bolivia, en particular
con este último, cuando Chile tiene la sartén por el mango producto de las cuantiosas
facilidades que le otorga; el no haber establecido campamentos con la
asistencia humanitaria necesaria en las zonas afectadas para su individualización
y registro de antecedentes, en vez de financiar buses para que el Servicio de
Inmigración Jesuita los haya trasladado al interior del país sin control alguno,
permitiendo que delincuentes y narcotraficantes asolen hoy día nuestras
ciudades; tampoco existen informaciones de haber recurrido a ACNUR, O.I.M. y la
Cruz Roja Internacional, quienes sí han apoyado inmigraciones o el retorno en otros
países. No escapan de su responsabilidad los políticos que en forma irresponsable
los hayan invitado ofreciendo el oro y el moro a concurrir a Chile, dada la crisis
económica y social que nos afecta, producto del estallido delincuencial, de la
pandemia y de los últimos gobiernos que
nos han acompañado.
Fernando Hormazábal Díaz
General de Brigada (R)
Si estimas de interés ruego difundir
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