El regimiento de Copiapó, una víctima más.
Visité a Toribio a sabiendas de su cariño por dicha ciudad
y por el cuartel que lo cobijara en sus primeros años de oficial, y en mala
hora se me ocurrió preguntar acerca de la decisión del Consejo de Monumentos
Nacionales al declararlo como Monumento Histórico de detención y tortura.
─Que quieres que te
diga, me respondió molesto, mientras apartaba una serie de frascos y cajas de
medicamentos para aliviar su fuerte resfrío, agregando a continuación:
─La ciudad de
Copiapó ha sido sede de regimientos por largas décadas, los cuales se han
constituido no solo en un motor para su economía, sino además han contribuido
históricamente en campañas de ayudas sociales, en emergencias, espacios culturales
y deportivos, fomentando un estrecho vínculo con la comunidad la que siempre ha
demostrado su reconocimiento y afecto en los diversos actos patrióticos
llevados a cabo. Desde 1932 fue sede del Regimiento de Ingeniero N °1 Atacama,
mi unidad cuna y heredera de las tradiciones de los héroes del Atacama, donde experimenté
mis primeros fracasos y éxitos profesionales, sinsabores y alegrías que forman
parte de nuestro desarrollo profesional; Copiapó, ciudad natal por adopción,
donde formé mi hogar que ha perdurado por más de sesenta años y con la que he
mantenido permanente contacto.
Antes de la fecha indicada fue
sede del Regimiento Esmeralda que en 1931, fue atacada en una noche de Pascua,
por alessandristas y comunistas –paradojalmente─ que ocasionaron el asesinato de tres militares, lo que trajo funestas consecuencias posteriores En
1974 la unidad fue trasladada a Chuquicamata y tuve el privilegio de mandarla
años más tarde. La ciudad de Copiapó en
agradecimiento al momento de su--- partida obsequió a la unidad una réplica de su estandarte de combate con una
leyenda que lo testifica.
La absurda decisión del Consejo antes
mencionado y que el ministro de las Culturas ─antiguo empleado del innombrable y pagado con fondos
que los chilenos aportamos para las elecciones─ señaló que se han cumplido todos los protocolos ─que obviamente no mencionó─ y con esta insólita medida pone
un tremenda valla entre la comunidad y el Ejército de Chile, cuyos lazos se han
mantenido en forma incólume desde que otrora entregara los mejores frutos de su
juventud para constituir los dos Batallones Atacama que colmaron de gloria y
sangre las páginas de nuestra historia en la Guerra del Pacífico, como da testimonio
la cripta erguida en la Alameda Antonio Matta de dicha ciudad, coronada por la
una estatua de mármol y bronce denominada La Valkiria, figura femenina que
representa la Patria. A mayor abundancia en el año 2021, en una destacada
ceremonia cívico militar que incluyó una columna de vehículo militares y civiles
por las principales calles del centro de la ciudad fueron trasladados los
restos de los 76 soldados desde el cementerio
de Copiapó en forma transitoria al regimiento de Infantería N°23
Copiapó, como custodia, mientras se desarrolla el proyecto de una nueva cripta
para los héroes.
Estúpido criterio del Consejo de Monumentos Nacionales y del ministro del ramo, siguiendo el
ideologismo exacerbado conque el actual gobierno pretende dividir aún más a los
chilenos conmemorando los 50 años del 11 de septiembre 1973, en vez de llamar a
la unificación, a la paz y tranquilidad, tergiversand o la historia en medio de
una crisis de seguridad, de delincuencia, económica y social. Absurdo criterio,
la comunidad confió en dicha unidad militar para depositar los restos más sagrados
de sus hombres que ungieron de laureles las páginas más sublimes de la historia
militar y el gobierno da paso a bajas pasiones.
¿Centro de detención y tortura? Todo ha sido producto de la propaganda, falsedad y estulticia de la izquierda ultra, a lo que se han sumado medios de comunicación y autores que han lucrado con historias falsas.
En canbio, “Copiapó 73. La otra historia” relata con absoluta fidelidad
los hechos reales sucedidos en dicho cuartel
en la fecha antes indicada, dados a conocer en primera persona por el autor, miembro
de esa unidad que lo vivió en “vivo y en
directo”. La mejor forma de comprobar que estuvo totalmente alejado de ser un
centro de tortura y peor todavía, con beneficios muy ajenos a las conductas a
seguir con los detenidos, lo avalan las palabras de una alta autoridad
institucional en visita imprevista a la unidad que en términos muy ofensivos llamó
duramente la atención al comandante del regimiento en presencia de personal
subalterno, al tomar conocimiento de las facilidades otorgadas al dichas
personas mientras la justicia practicaba las diligencias correspondientes,
tales como el uso de radios, televisión, naipes y otras prebendas de que no
gozaban los soldados conscriptos. El tenor de sus palabras son narradas como
sigue:
─ ¡Entonces por qué
estos pendejos que querían cagar a Chile están siendo tratados como huéspedes
de honor del regimiento! Y luego de enumerar las franquicias, continuó: ¡Parecen invitados suyos y no prisioneros!
Toribio señala que independiente
del juicio o reprobación de las medidas adoptadas al interior del regimiento,
el trato con el coronel fue vejatorio.
Por esa razón, esta pluma afirma sin
temor a críticas, que el cuartel de ese regimiento fue y es una víctima del mal
criterio de una autoridad que en función de su cargo y grado hizo abuso de ella,
y no tan solo por el maltrato de palabra a un subalterno, sino además por
arrogarse facultades para decidir sobre la vida de personas, por las cuales no
asumió responsabilidades, recayendo estas en jóvenes oficiales subalternos que
en la actualidad envejecen y cumplen injustas condenas en Colina 1, ante el no
juzgamiento de los superiores responsables por razones de enfermedad y
fallecimiento.
Fernando
Hormazábal Díaz
General
de Brigada (R)
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