Hora de
abandonar pasiones y el ideologismo
─Fui a visitar a Toribio, pensando
que estaría feliz celebrando el resultado de la elección, dado que había optado
por el Rechazo, lo se podía deducir del texto de sus continuas columnas; pero
nada, como un día normal y dedicado a otras tareas. ¿Cómo estuvo la votación?
le pregunté, agregando a continuación ¿Llevaste mucha agua a tu molino?
─Nada que ver. En mi familia y amigos más cercanos todos estuvieron A
favor. Fuera de mi esposa, mi hija y un nieto, nadie me pescó y eso que mi
familia es numerosa. Durante la semana me taponearon el correo y el WhatsApp
con mensajes A favor. Ni siquiera la “nana” de la casa a quien no he tenido
necesidad de lavarle la cabeza, pues es de nuestro lado, votó A Favor. No
obstante que todos los días escuchaba mi
lata a la hora de almuerzo. Le pregunté ¿Cómo votaste Mónica? A Favor, me
respondió. ¿Y por qué, insistí? Bueno había mucha incertidumbre, nadie sabía y
voté como lo hizo mi esposo, porque él dijo que no votaba como los comunistas.
Increíble, una persona con enseñanza básica me dio la misma respuesta que en
una reunión en que acompañé a mi esposa ─todos ilustrados─ lo hicieron las personas presentes.
Una vez más fui la oveja negra, pero ninguno de todos los comensales se habían
dado el trabajo de leer la Constitución.
─Estarás
contento, insistí una vez más.
─Como se te
ocurre, me respondió molesto Toribio. Hemos dilapidado 4 años y miles de miles
de millones de pesos, exactamente $284 mil millones, en llevar a cabo dos
procesos para elegir una nueva Constitución. El primero, a instancias de la
debilidad del incapaz y nefasto Sebastián Piñera, que solo fue salvado por la
acción de Carabineros, cuando las hordas desquiciadas capitaneadas por quienes
hoy gobiernan estuvo a punto de tomarse La Moneda. Y el reciente, a causa de un
grupo de parlamentarios de derecha sumiso a colegas de la izquierda ultra, hizo
caso omiso de la Constitución vigente, que otorga el poder constituyente a la
nación la que se expresa mediante un plebiscito, norma que fue vulnerada. Muy
diferente habría sido si hubiese considerado un plebiscito de entrada, no
obstante, que el anterior fue rechazado por el 62 % de los electores con voto
obligatorio.
Mira ─me dijo: Yo no voté En Contra tanto por mantener la Constitución de 1980, que no es ni la sombra del original. Yo llevaba un registro de las normas modificadas y me aburrí cuando superaban las 270, después que la agarraron para la chacota en los últimos años. Incluso antes de terminar nuestro Gobierno, la propia Junta hizo unas de las modificaciones más importantes, que no creo que haya sido del agrado de mi general Pinochet, el Art.8: Todo acto de persona o grupo destinado a propagar doctrinas que atenten contra la familia, propugnen la violencia o una concepción de la sociedad del Estado o del orden jurídico, de carácter totalitario o fundada en la lucha de clases, es ilícito y contrario al ordenamiento institucional de la República. Las organizaciones y los movimientos o partidos políticos que por sus fines o por la actividad de sus adherentes tiendan a esos objetivos, son inconstitucionales. (…) Fue parte de las negociaciones de nuestros políticos –militares y civiles–antes de entregar el Gobierno y llegara la “Democracia”, sin exigir nada a cambio, como lo hicieron las Fuerzas Armadas en Uruguay antes de dejar el poder para que no se les tocara a sus hombres. Todavía creíamos en el viejo Pascuero, pero no podemos llorar sobre la leche derramada. Fundamentalmente lo hice porque no podía respaldar con mi voto una ilegalidad haciendo fe de mis principios. Algo similar cuando no voté por Piñera en ninguna de las dos oportunidades, anulando mi voto, aunque fuera el mal menor, pues no podía votar por un sinvergüenza, desleal y ex prófugo de la justicia, que se salvó de ir a la cárcel gracias a su hermano José y a la ministro de Justicia Mónica Madariaga. Como puedes ver soy un gato porfiado o es mi ascendencia vasca, pero estoy tranquilo con mi conciencia.
Claro, ─prosigue. Ahora los señores políticos a diestra y siniestra ─todos perdedores─ dicen no supimos interpretar ni escuchar lo que pedían los electores. Medio descubrimiento, se lo hemos estado diciendo desde hace cuatro años, y dale que una nueva Carta Magna va a solucionar todos los problemas; pero vamos que va a llover, solo pensando en los intereses partidistas y la jugosa dieta y prebendas adicionales que no hacen nada por rebajarla. By the way: Recuerdan Uds. como vestían antes Camila Vallejos y la pendeja Cariola. Ahora pura ropa de marca, parecen minitas “pelolai,” pero que financiamos todos nosotros. Nada que ver cuando eran parte de la “puebla” y luchaban por sus necesidades a costa de falsas promesas y mentiras.
─Y continuando agrega: No estoy muy de acuerdo con la afirmación de un
destacado escritor, académico y ex embajador, en el sentido que los chilenos
ratificaron en democracia la Constitución de 1980, aunque eso efectivamente
sucedió, porque me atrevería a asegurar que la inmensa mayoría de los que votaron
Rechazo, jamás han leído un solo artículo de ella. Pero, sí coincido en que la
clase política no solamente está divorciada
de la realidad y desconectada del sentir ciudadano, sino que anda en
otra. El sentimiento popular, hablando en chileno, burdo, está choreado,
cabreado, hastiado, “hasta más arriba del paracaídas” como decía don Pino. Los
chilenos queremos que el país vuelva a crecer; que recupere su jerarquía en
LATAM; quiere más ofertas de trabajo, mejores y pensiones dignas; que de una
vez por todas se logre educación de calidad, obligatoria y gratuita desde los
párvulos, lo que debe constituir prioridad; orden, respeto a la autoridad y seguridad, terminar con el crimen organizado
y el terrorismo en la Araucanía; un atención oportuna, eficaz y eficiente en
los medios de la salud; terminar definitivamente con los pitutos, los fraudes e
inmoralidades a nivel público y privado; y un largo etc. Y para eso no es necesario
refundar la nación, ni mucho menos una nueva constitución. Se requiere con un
gobierno que no tenga temor en aplicar la Constitución y las leyes; un poder
judicial probo, libre de ideologismo y que dejen de aplicar las normas a su
pinta, como pseudos dioses, sino de acuerdo al espíritu de ella. Es menester
contar con ministros, parlamentarios, gobernadores, alcaldes, y en general
autoridades realmente capacitadas, dejando de lado el cuoteo político, el
amiguismo y el nepotismo.
Ante ese diluvio de acciones, le
pregunto y ¿tú crees que eso es factible? Por supuesto que sí, la derecha no
puede perder esta nueva oportunidad que se les presente en bandeja y captar al
centro político. Terminar con las peleas estúpidas, la división y creación de
nuevos grupos. Hay muchos caciques para pocos indios. Kast y Matthei salieron
heridos; hay tiempo para acuerdos en torno a una figura que lidere o que surja
una nueva con ese objetivo y un compromiso que lo sustente. Ahora hay que
prepararse para las próximas municipales y parlamentarias con tiempo para
elegir a los mejores, y los en ejercicio, ponerse la pilas y a trabajar sin
someterse nuevamente a la izquierda destructora, pensando en el bien de Chile y
no en beneficio de sus parcelas ni en el suyo propio. Será el sueño del pibe,
pero en una de esas, todo es posible.
Finalmente Toribio, desde su recóndito
pesebre, les hace llegar sus más afectuosos saludos.
Fernando Hormazábal Díaz
General
de Brigada (R)
Como siempre Toribio nos hace llegar un agudo e inteligente comentario.
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo en muchos de sus puntos de vista y creo que confiar
en la capacidad de nuestros parlamentarios para hacer las modificaciones
que nuestra actual Constitución necesita es pecar un tanto de ingenuidad.
De nuestros congresistas yo no espero nada, ya que salvo unas pocas excepciones,
son un montón de ignorantes y flojos preocupados sólo de mantener sus
prebendas.