miércoles, 9 de febrero de 2022

116. ¿QUE FUE DEL OASIS?

 


                             El paraíso que no fue. ¡En Chile no pasará!



    Al inicio del nefasto presente gobierno, el arrogante mandatario pregonaba a todo el mundo que Chile era un oasis de tranquilidad y progreso; bienvenidas las cumbres de la COP 25 y de la APEC; “venezolanos aquí los recibiremos con los brazos abiertos”, decía en Cúcuta, arrastrándole el poncho a Maduro quien se lo pisó con fuerza y le envió las “brisas bolivarianas”, a las que sin duda se acopló la próxima jefe de asesores del 2° piso, la peruana - chilena, Lucía Dammert, en la preparación del 18.0 según ella misma lo declarara. Hoy, Chile está muy lejos de ser un edén. En Chile “no pasará” se afirmaba o decíamos cuando el consumo de drogas asolaba a las familias en otras latitudes, es muy bajo el nivel de consumo. Sin embargo, es alarmante como este vicio ha extendido sus brazos lacerantes en nuestra población, especialmente entre los más jóvenes, independiente de su condición social y económica; no solo hemos hemos dejado de ser un “país de paso” escalando a niveles de distribución en las más variadas drogas, incluso interviniendo en su alteración; en la creación de verdaderos carteles pretendiendo emular a los de México, Colombia y otras naciones; en la génesis de bandas que se enfrentan a diario armadas por el control de las poblaciones más vulnerables, donde se proveen de soldados para su distribución y venta.

       Visitando hace varias décadas El Salvador, nos llamaba profundamente la atención observar en las viviendas de barrios acomodados la existencia de concertinas de púas para su protección, casetas de guardias y otras medidas de seguridad; incluso de guardias privados armados de machetes y escopetas en locales comerciales y discotecas. País “bananero” le escuchaba decir a algunos alumnos. Quien iba a pensar que algún día llegaríamos casi a ese extremo. Pero es un “pelo de la cola” comparado con la situación que viven los chilenos en la macrozona sur del país, víctimas del narco-terrorismo de organizaciones mapuches que, alegando derechos ancestrales asesinan a civiles inocentes, incluso a los de su propia etnia; usurpan propiedades e incendian otras que dan cuenta de víctimas fatales; roban madera las que comercian en el mercado ilícito, al igual que los animales producto del abigateo; atacan a las forestales y las extorsionan; destruyen maquinarias y vehículos de micro empresarios; asesinan a policías; queman iglesias, escuelas y cuarteles de policía, y un largo etc., etc., pese a a las promesas de sucesivos gobiernos de terminar con ese flagelo. Y todo lo anterior, actualmente bajo un Estado de Excepción Constitucional muy sui generis, con severas limitaciones a las policías y FF.AA, con delegados presidenciales que solo burocratizan la solución del problema y la existencia de tribunales y fiscales que no han dado el ancho. En suma es un Estado Fallido.

    En este mismo orden de ideas se encuentra la descontrolada inmigración ilegal por pasos no habilitados a través de nuestra extensa frontera. Colchane, Alto Hospicio e Iquique son depositarios de miles de inmigrantes cuyos antecedentes son absolutamente desconocidos debido a la falta de previsión y organización de la autoridad central y de los gobiernos locales que carecen de medios para su control, atención y evaluación. En esta multitudinaria diáspora ingresan todo tipo de personas, incluso delincuentes que han sido partícipe de graves hechos, como el ataque “apatotado” a Carabineros en Iquique; a una vecina en Santiago, por su queja con un delivery; y múltiples delitos en diversas ciudades. A ello se suma con no menor importancia la ocupación de lugares públicos para pernoctar en condiciones infrahumanas y viviendo de limosnas. Bienvenidos amigos venezolanos, tened las puertas abiertas. Sin duda, es otra muestra de la falta de Estado con un ministro de Interior ampliamente superado por los hechos, que cree que con afirmaciones inocuas y falta de sustancia podrá dar solución a esta gravísima situación; por otra parte, tribunales de justicia se niegan a la expulsión de extranjeros delincuentes, los que obviamente se sienten incentivados a persistir en sus crímenes; y con un Canciller - válgame Dios - que con su inoperancia en esta crisis la suma a otros yerros. Pero el colmo del cinismo, son las declaraciones de Bachelet en el exterior, aduciendo los problemas existentes a la falta de control en la frontera, cuando ella los generó con la migración de haitianos y a través del mismo lugar que hoy critica, para satisfacer a la ONU y verse compensada con su actual cargo.

    La delincuencia descontrolada especialmente en la R.M. no parece tener fin, pese a las afirmaciones de la autoridad que los índices de criminalidad han disminuido. La sensación térmica de la población es muy diferente. La declaración del ministro Delgado respecto a la actitud que tuvo el dueño de la ex Fuente Alemana al defenderse con un rifle a postones ante los reiterados ataques de que ha sido víctima, colma la paciencia de los chilenos, a la que cabe agregar la velada crítica de la periodista Mirna Schlinder con respecto a lo mismo, poniendo en evidencia la falta de sentido común y que hay personas que viven en otro Chile. Mal ojo del canal de Luksic, la anterior -Tonka Tomicic- tuvo un desatino mayor cuando hizo salir del set al invitado Hermógenes Pérez de Arce.

    El nivel de agresividad que se observa en general en la población es alarmante y preocupante. Por una parte, los efectos de la pandemia sin duda constituyen una causal. Otra, es la incertidumbre que reina en el país por la forma como abordará el gobierno del señor Boric ante los numerosos problemas que afectan a la nación, la constitución de su gabinete y la perfomance evidenciada hasta la fecha de la Convención Constitucional.

        Se observa a diario en la rutina capitalina. Ante cualquier medio que se utilice para trasladarse, ya sea a pie, bicicleta, moto, auto, locomoción pública, Metro etc., en el momento menos pensado no falta el tipo que ante un incidente menor y casual, una mirada que le pareció mal, un tropezón, topón o maniobra tardía, etc., da lugar como respuesta a improperios, amenazas, manotazos, empujones, bocinazos, gestos ordinarios -como los observados en un pasado reciente a la futura ministro del Interior y al propio candidato electo- llegando al extremo de actitudes desquiciadas, propias de enajenados mentales utilizando una cadena o un bloqueador de volante para destruir parabrisas, vidrios y espejos o al extremo de amenazar con armas de fuego, etc. Es tal el grado de polarización que permea hasta el subconsciente de algunas personas, hablo en este caso por mí.

    Quienes me conocen saben que no soy un tipo violento. De mecha corta sí, de lo que pueden dar fe algunos de quienes fueron mis subordinados e incluso superiores, aunque algunos ya no están presentes; pero jamás a “combo limpio”, ni siquiera de niño; a batirse a duelo como un caballero, por supuesto. El hecho es que, estaba escribiendo un artículo y veo acercándose a un tipo, desconocido, que después de insultarme trata de quitarme mis apuntes que yo trataba de mantener en mi mano derecha y viéndome casi perdido, no se de donde saqué fuerzas, y girando el tronco le pego con mi mano izquierda un fuerte puñetazo en la boca. ¡Plop! Golpe seco y al suelo.

    En eso escucho una voz muy tenue, algo lejana, de Colla, mi esposa. ¿Te caíste Fernando? Trato de reaccionar, donde estaba. Sentía dolores en la espalda, un brazo y la cara. Efectivamente, con el impulso para dar el golpe me había caído de la cama, dormido, pasando a llevar el velador, lámpara y otros artículos.

    Regresando al tema: En Chile “no pasará”, no volverá el comunismo después del fracaso de Allende. Pero está ahí, a la puerta, en la posición de partida, cuerpo inclinado, manos en la pista y los pies en los tacos. Con escasa representación parlamentaria; con la mayor desaprobación entre los partidos políticos; con pocos ministros, pero en puestos claves; con un pie en la calle y el otro en el futuro gobierno, domina el escenario político y a la Convención Constitucional. ¿Como lo hacen? Bueno, contaron con la ayuda del nuevo Kerensky chileno, el innombrable; con la derecha de papel tissue, los camaleones de la D.C, -hoy en la UTI- y los ingenuos del apruebo. A la derecha no le vendría mal tomar unas clases de recuperación, pero no en la fenecida ARCIS.



Fernando Hormazábal Díaz

General de Brigada (R)



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