Mis verdades, diferente a como la
cuentan otros
Recordemos que dejamos a Toribio
narrando el día 11 en el ex edificio de las Fuerzas Armadas con los alumnos de
la Academia de Guerra, sorprendidos al constatar cómo sus planes para hacer
frente a las cordones industriales y organismos subversivos, se habían
transformando en los documentos ejecutivos adoptados por el Ejército para hacer
frente a la contingencia en la región Metropolitana.
Las
primeras horas fueron para asumir las tareas que nos asignaron en las diferentes unidades operativas
organizadas para actuar en Santiago, entre las cuales estaba la Agrupación
Centro, II. D.E., la División de Escuelas y otras que en este momento no
recuerdo. No hubo inicialmente, tiempo para conversar sobre detalles de la
decisión de los mandos de las instituciones, si bien se corrían rumores de la
participación en especial del Almirante Merino, de mi general Pinochet y del
general Sergio Arellano; y el general Leigh de la FACH. Los fundamentos estaban
claramente explicitados en el Bando N°1 de la Junta Militar, donde cobraba
mayor relevancia la declaración de la Cámara de Diputados.
Aparecieron
las radios a pila, pues existían muy pocos televisores en el edificio, no
existían teléfonos celulares; estábamos totalmente aislados de nuestras familias.
Antes de partir mi esposa me había consultado que pasaría y yo le respondí con
absoluta sinceridad, que no sabía pero que estuviera tranquila, pues quedaríamos
acuartelados en Grado 1 en la II.D.E. De tal manera que la información era
escasa, la situación en el resto del país era de responsabilidad del Estado
Mayor General del Ejército a través de las unidades divisionarias desplegadas a
lo largo del territorio. Durante la hora de colación ─si se le podía llamar así a la
magra alimentación─ fue bastante tardía, pero hubo un poco de tiempo para el “chuchoqueo”
con otros oficiales repartidos en el Estado Mayor. Por las emisoras radiales
nos impusimos del llamado de mi general Pinochet ofreciendo al presidente
Allende abandonar La Moneda y la salida del país, dando un plazo, si mal no
recuerdo hasta las 12.00 hrs, en caso contrario el edificio sería atacado.
Desde las ventanas del edificio vimos salir a muchas personas por la puerta de
acceso Sur, que correspondía a oficinas de la Cancillería y por calle Morandé.
Presenciamos la acción con toda precisión de la FACH, sobre la casa de gobierno
–que tanto estupor ha causado el expresidente Lagos: ¡Aviones bombardeado La Moneda!;
al igual que doña Michel ¡ Oh, fue terrible!– y por radio escuchamos igualmente
que se había hecho sobre la residencia del mandatario en calle Tomar Moro,
cubierto también por una dotación importante del GAP y donde se guardaba a el
cuantioso armamento –supuestas obras culturales regaladas de por Fidel Castro–
y las instalaciones de Cañaveral, lugar donde el mandatario tenía reuniones “privadas“
y prácticas tiro. Sin embargo, ese mismo estupor de los ex mandatarios estuvo ausente
durante los nefastos 1000 días en que se destruía Chile y era inminente una
guerra civil.
La
sensación que captábamos era de un extraordinario y general regocijo de la población
en el país; y como se lograba avanzar en el control del orden público; en las
calles se manifestaban abiertamente en favor de las fuerzas armadas y el
enbanderamiento nacional fue espontáneo. Pese a ello, a diario se sucedían enfrenamientos con las organizaciones
subversivas, donde se hicieron notar los fusiles AK de procedencia rusa y un
variado armamento, incluyendo hasta lanza cohetes, no obstante, las
restricciones impuestas por el Estado de Sitio con el toque de queda incluido. Es
bueno traer a la memoria no solo los embarques de armas posteriormente descubiertos
en Carrizal Bajo, sino que a comienzos del año 1973, siendo Brézhnef el líder
de Rusia, su gobierno concedió a Allende un crédito de US. $ 100 millones en
armas; y conforme lo afirmado por el general ruso de la KGB, Nikolai Leonov, el
cargamento que iba en camino incluyendo tanques, artillería, municiones y
variado armamento fue desviado de su destino al comprobar que el levantamiento
en Chile era inminente.
Algunos
hechos o anécdotas ilustran mi permanencia en la Agrupación Centro antes de ser
comisionado a otras tareas. Nuestra ubicación era privilegiada para observar lo
que pasaba frente a la Moneda y en las calles aledañas. De hecho, desde los
edificios públicos cercanos al palacio presidencial, los de los ministerios de
Educación, de Obras Públicas y el Banco Estado, salieron a relucir las armas
automáticas repartidas por el gobierno y desde sus ventanas hacían fuego sobre
las tropas que lo rodeaban y hacia nuestro edificio. En cierta oportunidad
pasando por un pasillo me llamó la atención cierta algarabía en una oficina,
donde había varios suboficiales y un sacerdote ─de los que aún usaban sotana─ y
por su acento inconfundible era de la Madre Patria. Uno de los militares
empuñaba un fusil SIG, apoyado en una ventana que daba a la calle Zenteno y
trataba de ubicar a individuos que disparaban desde el ministerio de Educación.
Detrás de él, el sacerdote eufórico guiaba al militar que empuñaba el arma señalando
hacia donde debía disparar. Pero como no dejó de sorprenderme consulté a un
suboficial quien era ese curita y su respuesta fue: El capellán de la II
División, mi mayor, que, para la revolución en España, los comunistas le
mataron a sus padres, estando él presente siendo aún niño.
Se habían publicado por los diarios las
fotografías de las personas más buscadas y que habían tenido directa participación en el gobierno y en
actividades subversivas. Por azar del destino, el mismo día 11, mientras se
controlaban a las personas que habían quedado encerrados en el Banco del
Estado, ubicamos a Erick Snake, que siguiendo la tradición de su padre en los
hechos de 1932, había tenido una participación activa en la UP en la radio
Corporación, de la cual era su presidente. Esta emisora fue una de las últimas
que transmitía los llamados hechos por el mandatario arengando a sus partidarios
a defender su Gobierno, lo que nadie pareció escuchar, pues corrieron prestos a
esconderse en las embajadas, en la Nunciatura o debajo de la cama de su
querida, donde fue encontrado el máximo dirigente del P.C. Luis Corvalán, más
tarde intercambiado por un disidente cubano. La publicación de los más buscados
dio origen a que no haya faltado el chileno que se quiso pasar de listo.
Recibimos un llamado anónimo que en la calle San Antonio en cierta dirección se
encontraba una de dichas personas; concurrimos a dicho lugar con todo el
alistamiento y precauciones necesarias, pero ¡Oh! sorpresa, resultó ser un departamento reservado para
citas amorosas. No había nadie, una
botellas de champagne vacías, propaganda alusiva y en un velador encontramos
una pulsera de oro, abandonada supuestamente por una pasajera que salió
apurada, con la que más tarde se contribuyó a las donaciones para la
reconstrucción nacional, a la cual cooperó el futuro presidente Eduardo Frei
Ruiz Tagle con sus argollas de oro, entre muchos otros.
La
presencia de Cubanos tuve la oportunidad de comprobarlo personalmente al
concurrir a la morgue para fiscalizar la
entrega de fallecidos en un enfrentamiento con personal del ejército. Allí,
alrededor de 12 individuos yacían en literas o sobre el piso de la sala. La nacionalidad
─a
pesar de sus claras evidencias físicas─ me fue corroborada por personal de dicha
instalación. Lo anterior confirma la cantidad de individuos de esa nacionalidad
que habían llegado al país, ratificando lo que el propio general cubano
Patricio de la Guardia, declaró durante su juicio en Cuba que él estaba al
mando de las fuerzas militares en Chile y a cargo de la seguridad de la
embajada en Santiago. Junto a su hermano, después disidentes de lo que estaba
pasando en la isla de la fantasía, fue condenado en Cuba a 30 años de prisión y
su hermano gemelo, coronel Antonio de la Guardia fusilado junto al general
Arnaldo Ochoa y otros dos oficiales, acusados de tráfico de drogas, en un
juicio que pretendió acallar y salvar la responsabilidad de Fidel Castro después
que la prensa internacional diera conocer el contacto de militares cubanos con
el narcotraficante colombiano Pablo Escobar.
A
fines del mes de octubre tuve que hacerme cargo de un departamento para velar
por los asuntos de seguridad de las industrias que formaban parte del cordón
respectivo de Santiago, bajo la responsabilidad del regimiento Tacna. En base a
las investigaciones de la PDI me percaté de los planes previstos para paralizar
ciertas industrias, como el caso de Carozzi donde las cajas que contenían
explosivo estaban claramente distinguidas con una calcomanía especial. Sin
embargo, las mismas investigaciones nos dieron luces sobre algunos empresarios
que aducían motivos de subversión a trabajadores sin mayores antecedentes, lo
que me obligó a solicitar personal de la Dirección del Trabajo para velar por
los intereses de los obreros a fin de que no fueran despedidos en forma
injustificada.
Hasta
aquí mi participación en los primeros meses de asumido el Gobierno Militar.
Fernando Hormazábal Díaz
General de Brigada (R)
Gracias Toribio por recordarnos, desde tu mirada, estos hechos dramáticos que nos tocó vivir.
ResponderEliminarQuerido queridísimo Toribio feo que tu memoria está intacta me parece volver a aquellos tiempos de la tarjeta de la fábricas eran los cargadores frontales forrados con planchas ya Toribio un abrazo grande como costumbre
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