lunes, 7 de agosto de 2023

190. EN MEMORIA DE LOS 50 AÑOS. V. Parte.

 


Mis verdades, diferente a como la cuentan otros


                Recordemos que dejamos a Toribio narrando el día 11 en el ex edificio de las Fuerzas Armadas con los alumnos de la Academia de Guerra, sorprendidos al constatar cómo sus planes para hacer frente a las cordones industriales y organismos subversivos, se habían transformando en los documentos ejecutivos adoptados por el Ejército para hacer frente a la contingencia en la región Metropolitana.

                Las primeras horas fueron para asumir las tareas que nos asignaron en  las diferentes unidades operativas organizadas para actuar en Santiago, entre las cuales estaba la Agrupación Centro, II. D.E., la División de Escuelas y otras que en este momento no recuerdo. No hubo inicialmente, tiempo para conversar sobre detalles de la decisión de los mandos de las instituciones, si bien se corrían rumores de la participación en especial del Almirante Merino, de mi general Pinochet y del general Sergio Arellano; y el general Leigh de la FACH. Los fundamentos estaban claramente explicitados en el Bando N°1 de la Junta Militar, donde cobraba mayor relevancia la declaración de la Cámara de Diputados.

             Aparecieron las radios a pila, pues existían muy pocos televisores en el edificio, no existían teléfonos celulares; estábamos totalmente aislados de nuestras familias. Antes de partir mi esposa me había consultado que pasaría y yo le respondí con absoluta sinceridad, que no sabía pero que estuviera tranquila, pues quedaríamos acuartelados en Grado 1 en la II.D.E. De tal manera que la información era escasa, la situación en el resto del país era de responsabilidad del Estado Mayor General del Ejército a través de las unidades divisionarias desplegadas a lo largo del territorio. Durante la hora de colación si se le podía llamar así a la magra alimentación fue bastante tardía, pero hubo un poco de tiempo para el “chuchoqueo” con otros oficiales repartidos en el Estado Mayor. Por las emisoras radiales nos impusimos del llamado de mi general Pinochet ofreciendo al presidente Allende abandonar La Moneda y la salida del país, dando un plazo, si mal no recuerdo hasta las 12.00 hrs, en caso contrario el edificio sería atacado. Desde las ventanas del edificio vimos salir a muchas personas por la puerta de acceso Sur, que correspondía a oficinas de la Cancillería y por calle Morandé. Presenciamos la acción con toda precisión de la FACH, sobre la casa de gobierno –que tanto estupor ha causado el expresidente Lagos: ¡Aviones bombardeado La Moneda!; al igual que doña Michel ¡ Oh, fue terrible!– y por radio escuchamos igualmente que se había hecho sobre la residencia del mandatario en calle Tomar Moro, cubierto también por una dotación importante del GAP y donde se guardaba a el cuantioso armamento –supuestas obras culturales regaladas de por Fidel Castro– y las instalaciones de Cañaveral, lugar donde el mandatario tenía reuniones “privadas“ y prácticas tiro. Sin embargo, ese mismo estupor de los ex mandatarios estuvo ausente durante los nefastos 1000 días en que se destruía Chile y era inminente una guerra civil.

               La sensación que captábamos era de un extraordinario y general regocijo de la población en el país; y como se lograba avanzar en el control del orden público; en las calles se manifestaban abiertamente en favor de las fuerzas armadas y el enbanderamiento nacional fue espontáneo. Pese a ello, a diario se sucedían  enfrenamientos con las organizaciones subversivas, donde se hicieron notar los fusiles AK de procedencia rusa y un variado armamento, incluyendo hasta lanza cohetes, no obstante, las restricciones impuestas por el Estado de Sitio con el toque de queda incluido. Es bueno traer a la memoria no solo los embarques de armas posteriormente descubiertos en Carrizal Bajo, sino que a comienzos del año 1973, siendo Brézhnef el líder de Rusia, su gobierno concedió a Allende un crédito de US. $ 100 millones en armas; y conforme lo afirmado por el general ruso de la KGB, Nikolai Leonov, el cargamento que iba en camino incluyendo tanques, artillería, municiones y variado armamento fue desviado de su destino al comprobar que el levantamiento en Chile era inminente.

            Algunos hechos o anécdotas ilustran mi permanencia en la Agrupación Centro antes de ser comisionado a otras tareas. Nuestra ubicación era privilegiada para observar lo que pasaba frente a la Moneda y en las calles aledañas. De hecho, desde los edificios públicos cercanos al palacio presidencial, los de los ministerios de Educación, de Obras Públicas y el Banco Estado, salieron a relucir las armas automáticas repartidas por el gobierno y desde sus ventanas hacían fuego sobre las tropas que lo rodeaban y hacia nuestro edificio. En cierta oportunidad pasando por un pasillo me llamó la atención cierta algarabía en una oficina, donde había varios suboficiales y un sacerdote ─de los que aún usaban sotana y por su acento inconfundible era de la Madre Patria. Uno de los militares empuñaba un fusil SIG, apoyado en una ventana que daba a la calle Zenteno y trataba de ubicar a individuos que disparaban desde el ministerio de Educación. Detrás de él, el sacerdote eufórico guiaba al militar que empuñaba el arma señalando hacia donde debía disparar. Pero como no dejó de sorprenderme consulté a un suboficial quien era ese curita y su respuesta fue: El capellán de la II División, mi mayor, que, para la revolución en España, los comunistas le mataron a sus padres, estando él presente siendo aún niño.

             Se habían publicado por los diarios las fotografías de las personas más buscadas y que habían tenido  directa participación en el gobierno y en actividades subversivas. Por azar del destino, el mismo día 11, mientras se controlaban a las personas que habían quedado encerrados en el Banco del Estado, ubicamos a Erick Snake, que siguiendo la tradición de su padre en los hechos de 1932, había tenido una participación activa en la UP en la radio Corporación, de la cual era su presidente. Esta emisora fue una de las últimas que transmitía los llamados hechos por el mandatario arengando a sus partidarios a defender su Gobierno, lo que nadie pareció escuchar, pues corrieron prestos a esconderse en las embajadas, en la Nunciatura o debajo de la cama de su querida, donde fue encontrado el máximo dirigente del P.C. Luis Corvalán, más tarde intercambiado por un disidente cubano. La publicación de los más buscados dio origen a que no haya faltado el chileno que se quiso pasar de listo. Recibimos un llamado anónimo que en la calle San Antonio en cierta dirección se encontraba una de dichas personas; concurrimos a dicho lugar con todo el alistamiento y precauciones necesarias, pero ¡Oh! sorpresa,  resultó ser un departamento reservado para citas amorosas. No había nadie,  una botellas de champagne vacías, propaganda alusiva y en un velador encontramos una pulsera de oro, abandonada supuestamente por una pasajera que salió apurada, con la que más tarde se contribuyó a las donaciones para la reconstrucción nacional, a la cual cooperó el futuro presidente Eduardo Frei Ruiz Tagle con sus argollas de oro, entre muchos otros.  

         La presencia de Cubanos tuve la oportunidad de comprobarlo personalmente al concurrir a la  morgue para fiscalizar la entrega de fallecidos en un enfrentamiento con personal del ejército. Allí, alrededor de 12 individuos yacían en literas o sobre el piso de la sala. La nacionalidad ─a pesar de sus claras evidencias físicas─ me fue corroborada por personal de dicha instalación. Lo anterior confirma la cantidad de individuos de esa nacionalidad que habían llegado al país, ratificando lo que el propio general cubano Patricio de la Guardia, declaró durante su juicio en Cuba que él estaba al mando de las fuerzas militares en Chile y a cargo de la seguridad de la embajada en Santiago. Junto a su hermano, después disidentes de lo que estaba pasando en la isla de la fantasía, fue condenado en Cuba a 30 años de prisión y su hermano gemelo, coronel Antonio de la Guardia fusilado junto al general Arnaldo Ochoa y otros dos oficiales, acusados de tráfico de drogas, en un juicio que pretendió acallar y salvar la responsabilidad de Fidel Castro después que la prensa internacional diera conocer el contacto de militares cubanos con el narcotraficante colombiano Pablo Escobar.

                A fines del mes de octubre tuve que hacerme cargo de un departamento para velar por los asuntos de seguridad de las industrias que formaban parte del cordón respectivo de Santiago, bajo la responsabilidad del regimiento Tacna. En base a las investigaciones de la PDI me percaté de los planes previstos para paralizar ciertas industrias, como el caso de Carozzi donde las cajas que contenían explosivo estaban claramente distinguidas con una calcomanía especial. Sin embargo, las mismas investigaciones nos dieron luces sobre algunos empresarios que aducían motivos de subversión a trabajadores sin mayores antecedentes, lo que me obligó a solicitar personal de la Dirección del Trabajo para velar por los intereses de los obreros a fin de que no fueran despedidos en forma injustificada.

                Hasta aquí mi participación en los primeros meses de asumido el Gobierno Militar.

 

 

Fernando Hormazábal Díaz

General de Brigada (R)

 


2 comentarios:

  1. Gracias Toribio por recordarnos, desde tu mirada, estos hechos dramáticos que nos tocó vivir.

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  2. Querido queridísimo Toribio feo que tu memoria está intacta me parece volver a aquellos tiempos de la tarjeta de la fábricas eran los cargadores frontales forrados con planchas ya Toribio un abrazo grande como costumbre

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237. ¡OH LA JUSTICIA MILITAR!

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