Toribio
y la Constitución 2023. Parte 6.
9.
Palabras finales.
Toribio
agradece a aquellos que importunó durante estas últimas semanas a través de
estas columnas, animado tan solo por el interés de hacer partícipe a quienes no
hubieren tenido la oportunidad de estudiar y/o leer el proyecto constitucional
a plebiscitar el próximo 17 de diciembre; o que habiéndolo hecho, podría despertar
interés la opinión de un tercero. No escapará al criterio de sus lectores que
las observaciones expresadas no reflejan un análisis académico ni menos docto,
sino más bien algunos aspectos de sentido común que le merecieron especial
atención. Tampoco hubo intención en inclinar la balanza o mover la aguja en un
determinado sentido, respetando en todo caso la decisión que a esta altura ya
todos seguramente la han tomado, por el
contexto de algunos mensajes recibidos.
He hecho un esfuerzo en no contaminarme con las
opiniones duras tanto de un sentido como de otro. En especial del sector de la
derecha, con el cual me siento más identificado. No he comulgado con las 50
razones de Hermógenes Pérez de Arce ─ni siquiera las he leído─ como tampoco los
largos videos de Vanessa y algunos de la “Tere”. Sí, he leído y escuchado
editoriales y columnas tanto a favor del Apruebo como del Rechazo, las que en
todo caso no influyeron en mis observaciones, encontrando sentido en unos y
otros, lo que es lógico, porque nunca una Constitución va a satisfacer todas
las necesidades y gustos.
Confieso si, que en mi ya larga trayectoria de
vida y partícipe en todas las elecciones y plebiscitos que me han tocado vivir,
nunca había constatado un nivel tan grande de incertidumbre como en el presente
caso, lo que es percibido en todos los
estratos de nuestra sociedad. No quiero ahondar en las razones específicas,
pero sin duda que la aguda crisis social, política, económica y la inseguridad
que sacude a nuestra nación, con un nivel de violencia y corrupción jamás
esperado ─ni siquiera vislumbrado─ ha hecho presa de todos nosotros y bajo esas
condiciones enfrentaremos una de las decisiones más importante de las últimas
décadas y que definirá nuestro futuro para los próximos cuarenta o cincuenta
años. Los que cruzamos la barrera de los 80, seguramente no alcanzaremos a
percibirlo, por ello la importancia de la decisión a tomar pensando en el bienestar
de nuestros, hijos, nietos y próximas generaciones más que en el presente.
La Constitución de 1980 independiente de todas
las críticas, en cuanto a su origen tardó 7 años en su estudio y luego su
aprobación fue sometida a plebiscito. En los últimos 4 años se han estudiado
dos proyectos y en el actual, desde la elección del Comité de Expertos,
Consejeros Constitucionales, estudio y discusión no alcanzó siquiera a un año
calendario, dejando tan solo un poco más de un mes para que la ciudadanía se
informara. No creo que supere al 5% de los electores que haya siquiera hojeado
el texto, que por su extensión era un poco menor a las antiguas guías
telefónicas.
A no
dudar que, este largo periodo con ambas campañas plebiscitarias a que hemos
sido llevados a un acto ausente de las prioridades augurando que sería la
panacea para los problemas tanto sociales como económicos, sin embargo, ha
contribuido a acentuar nuestras diferencias haciendo cada vez más difícil la
anhelada reconciliación que estos mismos promotores han venido cacareando por
años, con pleno conocimiento que las dificultades que angustian y agobian a los
más pobres no serían resueltos por una nueva Constitución. Y es así, como se ha
desnaturalizado el centro de gravedad y nos encontramos nuevamente siendo
utilizados por los partidos que luchan por conquistar el poder ofreciendo el
oro y el moro. Los “señores políticos” ─como diría a quien hoy muchos echan de
menos─ unos pocos de aquellos pero influyentes no quedaron conformes con el
resultado del anterior plebiscito de salida, y contraviniendo expresamente lo
que decía la Constitución vigente se dieron maña para modificarla y atribuirse
prerrogativas de las que carecían.
Toribio, así al ojo, cree que cualquiera que
sea la instancia vencedora, será por muy escaso margen. La mayor parte de los
chilenos que concurran obligatoriamente a votar lo harán porque están
aburridos, hastiados y cabreados y les tinca una opción producto de la mayor
propaganda a que han estado sometidos; o lo que le han dicho sus compadres,
jefes, familiares, o amigos después de una pichanga de fútbol en el negocio
clandestino de la población.
Después vendrán las lamentaciones. He visto
solo en tres oportunidades la propaganda electoral y es más de lo mismo de lo
que han estado difundiendo las cadenas sociales. La propaganda “En Contra”,
elaborada por todos los partidos que apoyan al Gobierno, a juicio de Toribio ha
sido una de las más burdas y mentirosas de que haya conocido. De los que
representan a la Derecha y están por esa opción, no hay participación alguna.
De la publicidad “A favor”, con todo respeto, se me ha semejado a las ofertas
de un Cyber Day. Que dinero más mal gastado que financiamos todos los chilenos.
En medio de esta incertidumbre y bajo un clima de
delincuencia nunca antes visto, concurriremos a votar. Por un lado se dice que
si la Derecha opta por la opción En Contra, estarán haciéndole el juego al
Partido Comunista que la ha tomado como
una bandera de lucha y sacará provecho de ello; que la Constitución vigente al
continuar por no aprobarse el proyecto sería muy fácil de modificar al haberse
reducido a 4/7 el quorum necesario, además de un glosario de aspectos negativos
en relación con la propuesta.
Por su parte, la opción A favor además de las
todas ventajas que sus partidarios defienden, requiere de un quorum de 2/3, lo
que le da mayor estabilidad, lo que es efectivo; y por otra parte, que con esto
se cierra el proceso, argumento que el oficialismo ha afirmado. Toribio lamenta
disentir de ello, pese a que el rey de los “pitutos” en los medios ─no se
pierde uno─ el ex ministro Vidal lo ha refrendado; al igual que un conjunto de
partidos ha declarado que suscribiría un documento reafirmando dicho propósito.
Pero como todos los días se echan al saco la Constitución y las leyes, ese
compromiso no tiene ningún valor. La razón es muy clara, cualquiera que sea la
opción vencedora el Partido Comunista y su comparsa, no cejarán hasta provocar
una Asamblea Constituyente haciendo uso de otra Protesta Delincuencial, llamada
erróneamente Social; y que el insoportable abogado Stingo y el alcalde
comunistas Jadue ya anunciaron.
Para quienes optan por la opción A Favor, deben
tener claro que este proyecto constitucional es nulo desde su origen, conforme
lo estipulan los artículos 5 y 7 de nuestra Constitución: La soberanía reside esencialmente en la
Nación (….) Ningún sector del pueblo ni individuo alguno puede atribuirse su
ejercicio. Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de personas pueden
atribuirse, ni aun a pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad
o derechos que los que expresamente se les hayan conferido en virtud de la
Constitución o las leyes. Todo acto en contravención a este artículo es
nulo y originará las responsabilidades y sanciones que la ley señale”. Y es lo que hicieron los cocineros de la Derecha e izquierda
para llamar a este proceso y modificar la Constitución, adjudicándose
atribuciones de las que carecían. El no haber considerado un plebiscito de
entrada como en el anterior proceso deslegitima todo lo obrado.
En igual sentido, el volumen de leyes para su
implementación como Toribio mencionó en el blog anterior demandará varios años
en su discusión y aprobación pese a los plazos establecidos, lo que ya se ha
hecho un hábito en nuestro Congreso. Tampoco debe omitirse que hay plazos -5
años- que abarcará otro Gobierno, como por ejemplo, el relativo a la protección de las fronteras.
No se puede esperar la creación a una Policía Fronteriza para poner término a
la inmigración ilegal sin adoptar medidas inmediatas; amén de otros, como la
cantidad de recursos para satisfacer las enormes demandas sociales. No será
factible a ni a corto ni a mediano plazo, más aún cuando no se ha hecho ningún
esfuerzo para disminuir el sector público sobredimensionado y que con este
proyecto crecerá aún más.
Para los amantes de la libertad, sentimientos
que creo debe ser universal, Toribio se permite recordar que mediante el
artículo 23.1 del nuevo proyecto, mediante una ley, es decir la simple mayoría
de los parlamentarios presentes en sala se pueden restringir o limitar
cualquiera de los 37 Derechos y libertades fundamentales, omitiéndose lo que
expresamente establece la constitución vigente, que tal limitación solo es
factible en los casos que ella autoriza (Art.19.26); lo que el nuevo proyecto
en su artículo 16 excluye. Esta modesta pluma ha
coincidido con distinguidos abogados de la plaza e incluso con un expresidente del Tribunal Constitucional.
“To be or not to be. That is the question” como
expresara un viejo amigo hace más de 500 años. Toribio, fiel a la educación
dada en su hogar, hecha carne en su Escuela Mater y acrisolada a lo largo de su
carrera actuará en conciencia. Recordando a un viejo crack de futbol “que
gane el más mejor” para nuestro querido Chile. I’am sorry my dear friends
Y parodiando al viejo Arnold. “hasta la vista,
baby”
Fernando Hormazábal Díaz
General de Brigada (R)
Gracias Toribio por tus siempre inteligentes y bien informados comentarios.
ResponderEliminarPienso que te asiste mucha razón en tu análisis y en lo que dices, sin embargo
y poniendo en la balanza los pros y contras del próximo plebiscito votaré A FAVOR
a ver si de una vez por todas podemos doblar la página.