A propósito de las próximas elecciones
De acuerdo a la etimología, estupidez, tiene una raíz latina “stupid”
que algunos traducen como aturdido, carente de inteligencia, necio o torpe; y
el sufijo “ez” que expresa una
cualidad. Pero, de acuerdo al pastor luterano, Bonhooeffer, anti nazi
arrestado por la Gestapo durante su cautiverio meditó acerca de la evolución
de su nación y cómo fue posible que un país tan culto, amante del arte y de las
ciencias hubiera permitido y celebrado que Hitler alcanzara el poder absoluto
sobre sus vidas. Llegando a la conclusión que por sobre la situación económica
y social, la causa fue la estupidez, la que no se puede combatir, estamos
indefensos, porque no escucha razones y el estúpido está satisfecho de sí
mismo; por obvios que sean los argumentos que contradicen los suyos siempre se
mantendrá firme en su opinión. Sin embargo, según este pensador, la estupidez
no está asociada a la inteligencia, necesariamente. Afirma que es un defecto
humano, de la personalidad, no de sus capacidades, ni tampoco congénito, pues
cualquiera de nosotros se puede volver estúpido en determinadas circunstancias,
especialmente cuando integramos un grupo amplio ─los partidos políticos, afirma
Toribio de su cosecha─ siendo en consecuencia, un problema sociológico y no psicológico, de manera que
todo fuerte aumento del poder infecta de estupidez a la humanidad, el poder de
uno necesita la estupidez del otro, debilitando hasta desaparecer la posición
autónoma, consciente o no y asumirán como propias las que emanan de la figura
de poder, retroalimentando a este.
Es un poco, o mejor dicho lo que ha
pasado en nuestro querido Chile a partir de 1990, y no tiene que ver con la
llegada de la democracia, en buena hora. A buen entendedor pocas palabras y
estoy seguro que la gran mayoría de mis lectores estará de acuerdo con ello.
Pues no se puede atribuir a otra causal diferente a la estupidez, cómo fue posible
que después de 30 años de un gobierno democrático, que en gran parte heredó las
políticas establecidas por el gobierno de la “dictadura” y que lograra situar a Chile
a la cabeza de los países de América, después de haber estado en el último lugar
junto a Haití en la década de los 70, púdieran luego acceder al poder. Fue la
estupidez de los dirigentes políticos que infectó a una masa popular ignorante,
implantando el ciclo antes indicado que llevó inicialmente en forma tibia a
hacerse eco de la teoría gramsciana que copó las universidades del país durante
ese periodo y que perdura hasta la fecha, persistiendo en una utopía fracasada
en todo el mundo con ejemplos tan cercanos como Cuba, Venezuela, Nicaragua y a
la cual se nos ha pretendido arrastrar, fracasando estrepitosamente el 4S de 2022
y el 17D de 2023.
Todo comenzó cuando los militares subieron
a un tanque a la ministro de Defensa Michel Bachelet -le encanta a los mandatarios vestirse de militar- lo que la catapultó a la
fama, resultando electa como presidente con una gestión que se vio favorecida
por los mayores precios del cobre, pero, pese a ello la inflación comenzó a ser
más gravitante y nos heredó el mayor problema de locomoción que afecta a
nuestro país, con miles de millones de pesos de pérdidas anuales que sufragamos
todos los chilenos, el Transantiago. Lo siguió Piñera 1, dicho sea de paso, demócrata
cristiano enquistado en la derecha solo para sentarse en el sillón de O’Higgins,
traicionando a los miembros de las fuerzas armadas en retiro a quienes garantizó públicamente juicios justos, apegados
a la ley y a la constitución y luego no solo les dio la espalda, sino que
contribuyó con 1000 procesos más. Luego, vino la estupidez mayúscula de parte
de los socialistas, le aserrucharon el piso al mejor presidente de la
concertación ─a juicio de Toribio, independiente de todas sus debilidades,
Ricardo Lagos─ y eligieron nuevamente a la comandante Claudia, que llegó al
gobierno con la Nueva Mayoría, coalición que agrupó a todos los partidos de
izquierda democrática, sumando a la DC y al PC.
Y con este popurrí nos fuimos al
chancho, con una reforma tributaria nefasta que no alcanzó los niveles esperados,
amén de destruir nuestra economía; con una ley de inclusión escolar que solo ha
hecho perder su calidad y el cierre de colegios subsidiados y un perjuicio considerable
a los Liceos Bicentenarios; la aprobación de la ley de aborto con tres
causales; la nueva ley de partidos políticos con financiamiento estatal, es
decir de todos nosotros, que dio margen a los negociados trasversales más espantosos de
nuestra historia política, con solo clases de ética como sanciones; el término de la
binominal, que ha dado origen a la proliferación de partidos que hacen imposible
gobernar, donde se eligen candidatos sin mérito alguno, solo por arrastre y con
el mínimo de votos; sumado a un aumento considerable de parlamentarios, “más allá
de toda duda razonable”. Como asimismo, el inicio de una inmigración
descontrolada, en especial de los haitianos, envuelta en un nebuloso y breve negociado
que le avaló su nombramiento como Alta Comisionada de DD.HH en la ONU, costo
que sin embargo, hemos sufrido los chilenos.
Pero a este escenario de “estúpidos”
no solo concurrieron personajes de la izquierda, sino que la derecha no quiso quedarse abajo de la
micro, como el difunto expresidente (Q.E.P.D) que salvó su pellejo y su cargo vendiéndonos
por una nueva Constitución que nadie había pedido, a excepción del PC y sus adláteres.
Como pretendió jugar en las ligas mayores fue a arrastrarle el poncho a Maduro,
quien le respondió con las brisas bolivarianas, que más que céfiros ha sido un
temporal de delincuentes y de crimen organizado que nos tiene sumidos en el
mayor caos de inseguridad de toda nuestra historia republicana, gobierno con
que paradojalmente, haciendo valer la estupidez, el actual ha llegado a un acuerdo de intercambio de información respecto
al crimen organizado.
Sin embargo, el Oscar de la estupidez
demostrada democráticamente por los chilenos, es haber elegido al actual mandatario.
Ladronzuelo de poca monta, de supermercado junto a su madre, alumno requeté recontra
fracasado en la Universidad, sin título alguno, paciente psiquiátrico sujeto a
medicación, confeso de experiencias vergonzosas con un compañero del mismo sexo,
saltó de la calle a la Cámara de Diputados y luego ganó las elecciones presidenciales
después de haber declarado públicamente, seis meses antes, no tener las condiciones
para ejercer el cargo, lo que ha dado sobradas muestras en estos años, junto a
un equipo de ineptos que venían a hacer un cambio sustancial a la política,
pues eran adelantados, los “iluminates.”
Cuánta razón tenía Bonhooeffer, y ojo, estimados feligreses, pronto se nos vienen variadas elecciones, no cometamos el mismo error. No vaya a ser cosa que nos encontremos con una Piñera3 y después estemos quejándonos, el “creique y el penseque, solo conducen al perjudique”. Por ahí se escucha a una eventual precandidata que públicamente dijo tener cierta simpatía por la izquierda, de partida algunos dicen que han visto ondear la bandera multicolor que abrazan las féminas extremas, a Toribio no le consta, pero es lo que dicen. Lo que sí me consta y repudio abiertamente, es que sacó de la plaza pública, "Inés de Suárez", el monumento de un héroe patrio que luchó por nuestra independencia, el General Juan Mackenna O., donde cada 2 de noviembre se desarrollaba una ceremonia cívico-militar en su honor; y lo relegó a un parque con acceso restringido donde yace sin pena ni gloria, denominando al anterior sitio como "Plaza Patricio Aylwin", donde se erigirá un monumento dedicado a su persona. A todo esto ¿Qué pasará con la renovación de la Plaza Italia, volverá el General Baquedano a su sitial de honor para orgullo de todos los chilenos?
Fernando Hormazábal Díaz
General de Brigada (R)
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