lunes, 24 de junio de 2024

245. EL SINDROME DE LA IDENTIDAD DE GENERO.4

 


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    Quienes nos preocupamos por la salud de los niños de Chile debemos agradecer a Sabyne Drysdale la investigación llevada cabo y a la Radio Bío Bío que la difundió, lo que ha llevado a diversos parlamentarios, académicos  y otras personas a preocuparse por la interrupción de la pubertad de menores y adolescentes, aunque sea en forma tardía pero aún en condición de corregirse para evitar tales vulneraciones a sus derechos y al de sus padres, que sin embargo, dicen defender. La documentada investigación ha sido criticada por el MOVILH, organizaciones LGTBI+ y variadas Detrans, que lo han considerado como un ataque y discriminación, lo que está muy lejos de serlo; como asimismo, organismos médicos que se han visto seriamente involucrados, como la  Clínica UC Christus, entre otros, quienes la han calificado como una selección de relatos que sugiere una realidad en la que la mayoría de las “niñeces” trans desisten de su transición o se vuelven infelices por hacerlo.

    Es difícil a través de estas líneas resumir y traspasar el desconcierto y el verdadero trauma que han sufrido los padres, con relatos realmente estremecedores, más aun teniendo en consideración que hay 1.202 menores que han participado en el programa “Creciendo con Orgullo”, del Ministerio de Salud, y para el presente se sumarán otros 2.940. ¿No les dice nada la palabra orgullo? Este programa está dirigido a personas trans y de género no conforme de 3 a 17 años de edad y a sus familias ─contraviniendo expresamente lo que dice la ley─ a través de tres componentes: atención género-afirmativa ─enfoque terapéutico para explorar y afirmar su identidad de género, es decir darlo por hecho─ orientación familiar e inclusión de niños, niñas y adolescentes. Los niños tienen que consentir, con su firma o una raya cuando aún no saben escribir su nombre.

    Los casos narrados hablan de menores por lo general afectados por depresión, melancolía, disforia de género, insatisfacción, etc., que llegan decididos a lograr un cambio ya que no se sienten conformes con su sexo. A veces influidos por sus compañeras de curso que ya han optado por la transición o redes sociales; se contactan con sus padres a través de una carta, como formando parte de un libreto aprendido, lo que guarda estrecha relación con la Agrupación Amanda, en España, donde el asunto de la carta forma parte del proceso. Un ejemplo relata la confusión de padres por la actitud de un psicólogo consultado de la UC, al enrostrarles que el problema era de ellos por no haber vivido la pérdida de un hijo que se sentía mujer─  se resistían al duelo, y quien posteriormente los acusó ante el menor cuando decidieron consultar a otro profesional; luego un endocrinólogo de la clínica UC Christus les advirtió para que iniciaran el tratamiento, que la tasa de suicidio en niños que no eran apoyados por sus padres eran altísimas. Salió con una receta de triptorelina, un bloqueador de pubertad inyectable ─como vidrio molido según el testimonio de un menor─ que fue indicado “a permanencia” para congelar su desarrollo. Así, suspendido en un cuerpo infantil, tendría tiempo para pensar si continuaba con hormonas cruzadas, en su caso estrógeno, para feminizar el cuerpo. La triptorelina es un medicamento indicado para el cáncer de próstata avanzado y el tratamiento por periodos acotados en casos de pubertad precoz. Consultados, la FDA de Estados Unidos y el IPS de Chile, dijeron que no está aprobado para su uso como bloqueador de pubertad para niños en tránsito. Los padres difirieron el bloqueador y en la actualidad el niño de 15 que se creía mujer hoy tiene 18 y polola.

    Casos como el anterior son numerosos. Se cita el de una niña que quería ser Martin y a través de una cita de telemedicina con una ginecóloga infantil en la Red UC Christus, ésta, en un lenguaje muy coloquial sin examinarla la derivó a un endocrinólogo. “Que haya ofrecido cortarme los senos y ni me preguntó cuánto ni medía ni cuánto pesaba” Si se quiere hacer una mastectomía yo la puedo derivar; salió con una receta de anticonceptivos que a las dos semanas de usarlos le vino un sangramiento brutal. Está el caso de Benjamín que a los dos años quiso ser una niña, a los seis le diagnosticaron disforia de género, a los ocho hizo el tránsito social en el colegio, a los doce le recetaron bloqueadores, a los 15 estuvo el tratamiento con hormonas cruzadas y estrógeno, se le asomaron pechos y ensancharon las caderas. ¿Cuál será su futuro? Está el caso de una psicóloga de un CESFAM ─a donde fue derivado desde un colegio del Opus Dei─ que le dijo a un padre que se resistía a iniciar la transición de una niña de seis años: Ud. tiene que admitir que su hija murió y nació un hijo. Es parte de un guion. Y como el padre se resistiera a iniciar la transición de su hija fue demandado. Producto del fallo judicial la niña fue sometida a un tratamiento con una psicóloga particular; fuera celular y redes sociales, está mucho mejor y ya no quiere transitar.

    No pretendo agobiar a la audiencia, porque son muchos los casos; termino con la situación de un adulto. Nicolás, hoy de casi de 50 años. A los 36 quiso ser Nicky porque se sentía mujer y quería ser una. Comenzó a tomar estrógeno y por años se desempeñó como tal, incluso se convirtió en una activista de los trans en situación de calle y de los travestis de la Vega Central. Sin embargo, no logró superar su angustia, se trató con una psicóloga y volvió a ser Nicolás. Se casó con su polola y hoy vive en el sur. Menos mal que no incurrió en cirugías de pene, senos ni de vagina que con tanta liviandad son sugeridos a veces..

Fernando Hormazábal Díaz

General de Brigada (R)

 

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1 comentario:

  1. Esto es un horror y me causa indignación que hayan médicos que se prestan para intervenir
    en eventuales operaciones para cambiar de sexo.

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