miércoles, 1 de septiembre de 2021

92. ¿JUSTICIA EN CHILE?

 


 

                                

                                Chile, país bananero.

 

           

            Este término acuñado hace varias décadas era para aludir a aquellos países que, además de producir bananos se caracterizaban por tener gobiernos donde no existía el Estado de derecho y la corrupción era la “reina de las batallas” y los chilenos nos considerábamos inmune a ese flagelo. ¡Quien iba a pensar que en el transcurso de los años nos convertiríamos en una nación de similares características!

            Antes nos vanagloriábamos de ser una de las naciones menos corruptas del mundo, así lo representaban las estadísticas que nos ubicaban en el ranking 21 entre 180 naciones con menor riesgo de corrupción (2010), lo que en la actualidad nos ha hecho retroceder al lugar 26(2020), lo que seguramente las próximas mediciones nos harán retroceder aún más, dado los últimos acontecimientos.

            No cabe la menor duda que la justicia imperante ha jugado un papel preponderante en este excremento que cubre la honestidad de la función pública, y no tan solo por el marcado ideologismo que han hecho gala muchos de ellos para juzgar al personal de las fuerzas armadas por hechos del pasado, sino actualmente, para quienes en el cumplimiento de sus deberes se han visto envueltos en situaciones que se apresuran a prejuzgar con un celo espartano que no observan con los delincuentes.

            A lo anterior cabe agregar la actuación del Juez Urrutia que en sus declaraciones no ha tenido empacho en reconocer su imparcialidad en la resolución de causas y los juicios emitidos contra ministros de la Corte de Apelaciones de Santiago; la actuación del fiscal Emiliano Arias, sancionado por la Corte Suprema; el caso del funcionario judicial en cuyo domicilio se encontró drogas y armas de fuego; la jueza de Coyhaique querellada por revelación de secretos y por entregar información de causas de drogas a un familiar; el director de Impuestos Internos que no presentó querellas contra quienes estaban vinculados con la emisión de facturas ideológicamente falsas para justificar gastos de campaña, en especial el caso de Soquimich, empresa que repartió dineros a moros y cristianos, sin que hasta la fecha haya sido llamado a declarar el dueño de plata, Julio Ponce Lerou.

La reiterada conducta del Fiscal Nacional Abbot, merecidamente calificado como Calamidad Nacional, por las instrucciones dadas a fiscales a realizar “investigaciones acotadas” para preservar el prestigio de algunas instituciones y no descubrir el velo sobre las platas mal habidas en la pasada campaña electoral de la Presidencia, que afectaba a casi todo el espectro político en especial para Bachelet, quien lo designó en el cargo. La reunión sostenida antes de su nombramiento, con el actual vicepresidente del Senado, quien se encontraba mencionado en el contubernio de facturas falsas con dos de sus hijos; su incapacidad para exigir a los fiscales de la Araucanía, resultados en sus investigaciones que hasta la fecha años han sido escasas, por no decir nulos.

La guinda de la torta está la situación del candidato presidencial Ancalao de la Lista del Pueblo, por la forma fraudulenta de reunir firmas para su candidatura, y que hoy trata de desligarse, atribuyendo responsabilidades a terceros, entre ellos un ex integrante de “Los Fantasmas” banda especializada en robos a la salida de los bancos, habiendo cumplido una condena por ello, amén de otros antecedentes delictivos. Y como no todo lo que brilla es oro, tenemos la querella contra el exalcalde de Vitacura, Torrealba, por turbios manejos y que cuenta con la auto denuncia de una exfuncionaria, supuestamente cómplice, que cuando se comienza a hundir el barco huyen como los ratones. Hasta el momento el partido político al cual pertenece el exalcalde no ha hecho comentario alguno.

La única forma de erradicar la corrupción es la cárcel efectiva para quienes resulten condenados por la justicia. Aquí no sirven las clases de ética, que es una burla a nuestra inteligencia. No valen los pergaminos, apellidos, cuellos de corbata ni las estrellas. La mejor forma de no dañar las imágenes de las instituciones es hacer JUSTICIA.

 

Fernando Hormazábal Díaz

General de Brigada (R)

Si estimas de interés ruego difundir.

 

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