Un dilema latente
Investigadores relatan la
existencia de tribus de Norteamérica con hombres que asumían tareas de mujeres
y viceversa; por otra parte, en la costa ecuatoriana durante la colonia se
conoció a los “enchaquirados”, un harén de homosexuales dedicados a asuntos
religiosos; en tanto, se ha sabido de comunidades indígenas de Filipinas que en
su comportamiento y vestimentas actuaban como mujeres; y en Europa se han
conocido casos excepcionales a lo largo de los siglos, siendo uno de los más conocido
el caso de Charles de Beaumont que vivió públicamente como mujer en el s. XVIII,
habiendo nacido como hombre según consta
en su acta de fallecimiento.
El auge de este síndrome, que para muchos es una expresión de normalidad, en la época
moderna data desde hace varios decenios y se ha difundido o esparcido como una
mancha de petróleo en el océano hacia el resto del mundo, encontrando a los mal llamados progresistas como los más fervientes seguidores. Desde el punto de
vista político, después de la caída del muro de Berlín, terminada la guerra
fría y la cantinela de la lucha de clases, el debate sobre los medios de
producción, de la propiedad y distribución de la riqueza ha pasado a segundo plano
como bandera de lucha para alcanzar el poder. La izquierda encontró su maná en
nuevas causas y en las minorías oprimidas: indígenas, migrantes, movimiento
LGHTBI, aborto libre, eutanasia, feminismo, etc., de la mano con la teoría
Gramsciana que ha copado nuestras universidades en las últimas décadas, dando
origen a un verdadero tribalismo cultural y social que pretende excluir al
resto de la sociedad, recurriendo a todas las herramientas y medios con tal de
perseverar en su cometido. Los chilenos tuvimos oportunidad de conocerlos y presenciarlos
durante la pasada protesta delincuencial, entre otras manifestaciones con la actuación de Las Tesis y los actos de
connotación sexual, burdos, groseros y explícitos por jóvenes frente a
universidades.
No
es ajeno a esta nueva bandera de la diversidad, que antes rechazaba o aceptaba a regañadientes a hombres afeminados o “fletos” y mujeres “amachadas”
o “marimachos,” en la actualidad se acepta la tesis del cuerpo equivocado, lo
que ha dado lugar además en esta sed de transformaciones a la investigación
científica y desarrollo de nuevas técnicas, que por supuesto trae asociado un
actividad comercial, no tan solo en el ámbito de la publicidad con banderas,
insignias, pañuelos y lienzos, sino en el de la salud en la fabricación de
penes y vaginas artificiales, y una
variedad de hormonas, que incluso se proporcionan a niños que aún no alcanzan
la pubertad, existiendo publicaciones que dan cuenta que esta industria ha
pasado de vender 8 millones de euros anuales a tres billones.
Hasta
aquí, Toribio a modo de preámbulo para la próxima columna "Prefieres un hijo muerto o una hija “trans”, dado que el “acusete” delata
una merma de la audiencia, lo que constituye un desafío para mejorar y
abreviar.
Fernando Hormazábal Díaz
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