Los jueces chilenos despiertan desprecio y odio en la gente
Toribio no tiene por norma incluir textos de otros autores, a lo sumo, para no apropiarse de algunos contenidos o referencias menciona a sus autores. En esta oportunidad, estimó conveniente incluir en forma íntegra y fidedigna el escrito de Tomás Jocelyn-Holt, considerando que reveló antecedentes que dieron margen a uno de los procesos más burdos, ominosos, miserables y vergonzosos de los anales de nuestra historia judicial, llevado a cabo por el juez Mario Carrosa, ministros de la Corte de Apelaciones y de la Corte Suprema, por abogados; falsos testigos y un periodista de Chile Visión. Juicio, que guardando las debidas proporciones se asemeja al caso del capitán Dreyfuss del ejército francés, injustamente acusado de espía, procesado y condenado a prisión perpetua en la Isla del Diablo. Pero en nuestro querido Chile, esta afrenta no ha conmocionado a la opinión pública como en Francia; tampoco hay un Émile Zolá que logre convulsionar y provocar una crisis política; ni siquiera a los organismos de Derechos Humanos, la iglesia Católica, como otrora lo hiciera el Cardenal Raúl Silva Henríquez; y mucho menos a los parlamentarios de la derecha que han resultado un fiasco. Lo anterior no solamente es válido para Julio Castañer sino para centeneras de oficiales, suboficiales y conscriptos que han sido víctimas de procesos espurios.
6. Queda por descifrar los grupos que han presionado para dictar
este fallo y sus efectos ─y es inevitable que el poder judicial de Chile,
se exponga al encarcelar por 20 años a un inocente, para que se pudra y se
muera en la cárcel, como si nadie se incomodará por ello─. Queda por descifrar
como Carroza usó este caso para llegar a la Suprema. Cómo la masonería y una
trenza judicial lo usó como una muestra de su poder. Cómo abogados pendejos de
DD.HH. ─que no tienen historia ni testimonio de la época cuando se produjeron
estos abusos─ han pretendido ensayar sus teorías para lograr validar lo que
sienten que sus antecesores no fueron capaces de hacer y creer que ganan un
testimonio sobre sus mentores ─así Joaquín Perera del Ministerio del Interior
sintió el deber de hacer un besamanos
a Jorge Daham al jubilar, hace pocos días, para refregarle a él su vasallaje y a Brito, y exhibir el
desprestigio que tiene la 2ª. sala de la Suprema hace rato con una casación que
estaba pendiente de dar a conocer su fallo─. Tampoco estos abogados pendejos
como desprestigian a jueces y abogados que les tocó enfrentar el caso apenas se
produjo y en los años siguientes. También cómo una trenza de izquierda ha
tratado de venderle a los gringos y a la
@USAmb.cl que no hay 5 oct. sin Barnes…No hay Barnes sin caso Quemados…No hay
agenda US-Chile sin escalar las condenas del caso Quemados y no hay agenda
US-Chile sin supeditar ese Poder Judicial de Chile a la C.I.D.H.
En el momento en que Celestino
Córdoba sale libre y se va a vivir vecina a la familia que debe sufrir, por
partida doble, la calcinación despiadada a sus padres y como se ríe de ellos
por su impunidad. En el mismo momento en que conocemos el asesinato de otra
pareja de adultos mayores en Angol. En el mismo instante en que indultados por
Boric vuelven a delinquir y debemos ver como se le entregan pensiones de gracia
a homicidas y otro condenados ─y se buscan escusas para que no se puedan
revocar y hacer uso irreversible─. En un momento en que los protagonistas del
caso Convenios se declaran presos
políticos y avisan que no caerán solos. En el momento en que un jefe policial
politiza su formalización, como si fuéramos un país bananero, secuestra a
Carabineros para su defensa personal y la anula para enfrentar la crisis de
orden y seguridad en el país. Es grosero y esta Suprema no dimensiona su
frivolidad y la relación con el contexto en que se da. La injusticia y
desamparo que este desequilibrio muestra solo se vuelve en contra de las
camarillas que tienen a la Suprema con Sergio Muñoz blindando a su hija de
reclamos en su desempeño ministerial ─al punto de desafiar al Tribunal
Constitucional─; a otros jueces capturados por el crimen organizado; y tienen
la peregrina pretensión de que el país se mantendrá pasivo mientras ese poder
judicial busca legislar en temas como ISAPRES ─al punto de hacerlas quebrar y
dejar en el más soberano ridículo a Ángela Vivanco en la pasada, mientras
Andrea Muñoz exige que le tengan
conmiseración por ser mujer─ exige mayor arbitrio judicial y endosa el
remanente al tribunales internacionales que no tienen legitimidad democrática.
El forro de eso solo describe el problema del próximo gobierno con ese poder
judicial.
Va a ser un problema,
y al que le toque, deberá tener el temple para solucionarlo y de enfrentar a
esos jueces venales y prevaricadores. No le será fácil al próximo presidente y
tendrá un problema severo con la Corte Suprema por ello, pero es temerario
creer que Chile será una excepción a las disputas que ya tienen gobiernos con
sus poderes judiciales así ─vean Hungría, Polonia, Israel y la disputa por su ley de razonabilidad, Brasil, el Reino
Unido con la Corte Europea de DD.HH. o
España, con su Tribunal Constitucional y el conflicto catalán, solo por
mencionar democracias. Argentina, viene pronto─. El Poder Judicial de Chile no
dimensiona el tema ─ y eso que ya debió conocer una acusación constitucional el
2020, con Silva Donoso por como los jueces manejaron tontamente y al bulto las excarcelaciones que les
confió con la reforma de S. Piñera. 1 mil o 2 mil excarcelados de un golpe en
el segundo gobierno de Michel Bachelet, por jueces que no entendieron que su
responsabilidad era preso a preso. 2 Penales completos ¿y el poder judicial
creyó que nadie iba a reclamar?─. Los jueces chilenos despiertan desprecio y
odio en la gente por una variedad de razones. Se la tienen merecida. Pero la
principal es que se sienten inmunes, se esconden detrás de una manada y cultura
burocrática y no dimensionan el impacto de su desprestigio, ni menos cómo sus
afanes por compensarlo solo los hunden más. Yo, no solo, no culpo a la gente
por ese sentimiento. No soy responsable de ello y solo me angustia tener que
hacerme responsable por buscar maneras de resolver algo que estos jueces han
hecho oídos sordos cuando se les ha advertido. Son responsables de la anomia
del Estado, del desamparo y sentimiento de impunidad en Chile y la factura no
es chica. Tengo una formación cristiana y, todos los días, me hace fuerza la
crucifixión de un inocente por un proceso injusto y como el cristianismo ha
pasado riéndose del episodio por dos mil años. Así, si alguien cree que va a
poder vender este fallo como la última
palabra o la verdad judicial de un caso que el Poder Judicial de Chile no
ha sabido manejar, se pueden quedar sentados esperando.
FERNANDO
HORMAZABAL DIAZ
General de Brigada (R)
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