Los
inicios
En la columna anterior Toribio hizo un esbozo -ajeno a toda pretensión académica- del proceso de la revolución cultural en el mundo y en particular en nuestro país, donde ha sentado sus bases la vieja doctrina gramsciana como instrumento de intervención cultural y que se ha venido gestando en América con su mayor acento a partir del Diálogo Interamericano en la década del 80 del siglo pasado, en el decenio siguiente con la creación del Foro de Sau Paulo y el Pacto de Princeton; y a partir del 2019, con el Grupo de Puebla, sucesor del foro antes mencionado.
No deja de ser relevante la estrecha relación del Foro Económico Mundial (FEM), más conocido como el Foro de Davos (Suiza), con los postulados seguidos por las anteriores organizaciones. Conformado por líderes empresariales, políticos, académicos, intelectuales, periodistas, etc., se dan cita para analizar los problemas más acuciantes que se presentan en el mundo, dando lugar a una élite internacional que ha desarrollado diversas iniciativas globales: de salud, de economía, medioambientales, de los recursos naturales, etc. A partir de la pasada década está trabajando en el Rediseño Global Internacional, iniciativa que busca un sistema de gobernanza que busca sustituir el modelo democrático por un prototipo en que un grupo auto-seleccionado tome decisiones a nombre del pueblo, según lo afirma el Instituto Transnacional. Las críticas abundan por cuanto este grupo pretende disfrazar la naturaleza de sus verdaderos objetivos, como la protección del medio ambiente, entre otras, para que una minoría rica gobierne o controle la sociedad, otorgando al pueblo asistencias sociales “materialistas-paternalistas” buscando que no sean oposición mientras gobiernan, de lo que ya hemos visto en Chile y en otros países de América. Sin lugar a dudas, la agenda 2030 patrocinada por la ONU para el desarrollo sostenible ha sido alimentada por el Foro de Davos, organismo cuyos miembros que no han sido electos en un proceso democrático deciden en forma unilateral y arbitraria el porvenir de la humanidad. Por su parte, el Grupo de Puebla y su antecesor, donde Cuba ha jugado un papel preponderante, han estado empeñados por décadas en la subversión ideológica iberoamericana de lo que estamos siendo víctimas desde el 18.O de 2019, con el mal llamado estallido social que no es otra cosa que un estallido delincuencial.
Diversos académicos a los cuales he recurrido del variado espectro político tales como: los hermanos Axel y Vanessa Káiser, Gabriel Salazar, Joaquín Fermandoi, Osvaldo Rivera, Luis Oro, Yanny Santa Cruz, Acción Familia, etc., a través de variados escritos en Ciper, El Mostrador, El Libero y otros, se han referido a esta revolución tanto en general como en particular, movimiento que se ha venido gestando y desarrollando desde el gobierno de Allende y que sin duda, a partir del estallido delincuencial que Salazar denomina Reventón Social ha puesto en evidencia el carácter de esta verdadera revolución cultural, alimentada en gran parte por ideologizados medios de prensa, en especial la TV que ha servido de caja de resonancia ante la incapacidad e imposibilidad de reaccionar por parte de quienes vemos cómo los fundamentos de nuestra civilización cristiana occidental que tiene a la familia como el núcleo social más importante está siendo destruida, y donde lamentablemente los católicos vemos a nuestros pastores inactivos, dejándose arrollar -salvo muy contadas excepciones- de alzar la voz por el cinturón de plomo y la mochila cargada de piedras por las conductas pedófilas de algunos de sus miembros.
La profusión de nuevos dogmas laicos que se sustentan en la tolerancia, la igualdad y el principio de no discriminación, ha sido el pavimento para permitir su difusión en forma encubierta. Es así como durante los gobiernos de la Concertación ni los propios mandatarios de la Democracia Cristiana, fueron capaces -contrarios a su doctrina que llevan erróneamente como apellidos- de revertir esta tendencia y se hablaba de “correr el cerco” (…) “promover el respeto a todos los chilenos y chilenas y de todas las familias, cualquiera que sea su estructura” (…); que la constitución debía respetar el derecho a la diversidad cultural, sin discriminación de ninguna índole, la que incluía “opciones sexuales y la llamada equidad de género”, su conocimiento, preservación, valoración, difusión y desarrollo.
De tal forma se corrió el cerco que una conocida actriz que posó totalmente desnuda, envuelta en la bandera chilena y con un crucifijo en la mano fue designada agregada cultural nada menos que en Italia, siguiendo la onda de dicha nación que eligió como diputada a una conocida actriz porno, la Cicciolina. Así nació en el año 2000 la Ley Marco de derechos sexuales y reproductivos, archivada felizmente en el 2016, mediante la cual se confería derecho a todas las personas a decidir libremente sobre el ejercicio de la sexualidad, a la autonomía y control corporal reservando sanciones a quienes ejercieran discriminación. El aborto libre y su despenalización, como la limitación a los padres en los derechos de información y educación sexual a sus hijos comenzó a ser tema, en que a la acción del gobierno se sumaron ONG financiadas por la ONU, al igual que los temas anticonceptivos.
Manifestaciones laicas contra la iglesia en favor de la amoralidad ha dado lugar a un libertinaje agresivo como el observado por grupos feministas durante el estallido delicuencial, rayano en la obscenidad, lascivia y en la grosería denigrante para la mujer, tan lejos del decoro y de la respetabilidad por la que dicen luchar,
Así se ha ido gestando la de-construcción de nuestra sociedad dando lugar a un relativismo amoral, en que el miedo a ser calificado o motejado de intolerantes, discriminadores, fachos, retrógrados, etc., impide impulsar una severa protesta, de la que no escapan los ministros de la iglesia, haciendo mutis por el foro 0 laissez faire, laissez passer.
Fernando Hormazábal Díaz
General de Brigada (R)
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